Tengo el día cínico, y además estoy purificándome con belleza mientras aparto el asco de la actualidad a escobazos de arte y humor. Estoy en un refugio, la casa de unos amigos en Huelva, entre música, películas y libros como gatos por el suelo. Las noticias me llegan como esos sacos en los que suena una risa si los aprietas. ¿La ridiculez es nuestra idiosincrasia? Me deshice hace mucho de las patrias, y quizá es demasiado tarde hasta para buscar en el desprecio las esencias de esta tierra o de otra. Sería incapaz de elegir entre esta Andalucía de chiste y otras “nacionalidades” con fusileros en la lengua y dioses exterminadores en la historia. Pero de libro en libro y de disco en disco cae en mis manos un durísimo Schopenhauer: “El tipo de orgullo más barato es el orgullo nacional. Quien está poseído por él, revela con ello que carece de características individuales de las que pudiera estar orgulloso, pues de lo contrario no echaría mano de algo que comparte con millones de personas. El que posee méritos personales relevantes advertirá con toda claridad los defectos de su nación, ya que los tendrá a simple vista. Pero el pobre idiota que no tiene nada de lo que pudiera enorgullecerse se agarra al último recurso: estar orgulloso de la nación a la que pertenece. Eso lo alivia y, agradecido, se mostrará dispuesto a defender con uñas y dientes todas las taras y necedades propias de su nación”. Dolorosa clarividencia.
Zarrías, empiezo con él, me trae la primera carcajada. Pero luego con mis amigos descubro a Gossec, y decidimos que de él bebieron desde Mozart hasta Berlioz. Y Ana Rosa Díez, que está representando con la compañía El Mentidero una versión lírica, descalza y en llamas de Espacio, de Juan Ramón Jiménez, me enseña el velo que se puede tejer uniendo los versos del poeta con la música de Richard Strauss. Zarrías, Chaves, la crisis con espantapájaros y las chirigotas de Andalucía me hacen reír más con misericordia que con desprecio. Hoy, la música llena la casa como de alfombras y de luciérnagas. Me siento lejos y a salvo, libre y extranjero. Hoy he vencido a los políticos.
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