19 de octubre de 2010

Somos Zapping: Lampedusa y la virgen violada (18/10/2010)

Entre telarañas. Ha vuelto Jesús Quintero haciéndose un poco el primo del príncipe de Lampedusa, pero no es mal nombre de programa El gatopardo en esta época de zozobra, crisis y decadencia, aunque suene otra vez a animalario. La compañía de tantos perros verdes, ratones coloraos y gatos tristes ha ido convirtiendo a Quintero en algo así como una solterona de su estilo, un estilo buhardillero y medio gótico que ahora adorna de marcos con telarañas, casi un ready-made. Lo que no cambia es que sigue llamando a personajes del morbo y del cotilleo: Jesús Neira como un resucitado, Mila Ximénez perdonando al mundo, Carmen Lomana fingiendo que no sabe lo inelegante que resulta su afectación... Aunque sí fue diferente (y chocante) su primer invitado. Parecía un peaje inaugurar el programa con José Antonio Griñán, pero seguro que alguien pensó que era la única forma de que los andaluces lo conocieran por lo menos tanto como al Risitas. Era como invitar a comer al jefe, pero no es tan torpe Quintero como para que con el Presidente de la Junta le salga una entrevista babosita, cosa que harían con gusto Tom Martín Benítez o Joaquín Petit. Pero tampoco es un suicida, así que presentaba sólo la puntita de las preguntas más incómodas, sin que el estoque tocara sangre. Empezó mencionándole a Griñán la frase más conocida de El gatopardo: “Si queremos que todo quede como está, es preciso que todo cambie”. No sé si Quintero quería retratar a la Junta con esa frase, pero desde luego Griñán no se dio por aludido. El presidente huyó con metáforas náuticas, algo de llevar a puerto la nave sople el viento como sople. La verdad es que, arrastrado sutilmente al lirismo por Quintero, Griñán sólo soltaba chorradas: “El alma andaluza es muy sencilla, es un alma abierta, tolerante, gratuita (sic), es un alma fácilmente identificable”. No era un himno, sino una vulgaridad, además de que yo preferiría que los políticos atendieran menos a ponernos o medirnos un alma común, tópica y estrecha, y más a solucionar las necesidades de nuestra castigada realidad. Espectacular fue el recuerdo de una entrevista de 2009 a Chaves en Ratones coloraos: “He dejado Andalucía en muy buenas manos”, dijo entonces, reconociéndose como el providente rey o dueño de Andalucía. ¿Qué lugar ocupa Andalucía en España?”, preguntó Quintero a Griñán. “La primera, porque somos más”, contestó el presidente tontamente. “¿Hemos dejado de ir en el furgón de cola?”, insistió Quintero. “En unas cosas sí y en otra no”, admitió Griñán para presumir luego de que “somos muy buenos en muchas cosas, somos muy buenos en investigación celular, en el sector aeronáutico...”. Ya ven, otra vez esa Andalucía donde todos son biólogos moleculares o especialistas en aviónica, en vez de camareros y jornaleros y albañiles en paro o empresarios asfixiados. A pesar de afirmar que él vive “en un adosado”, está claro que desde los dorados de San Telmo sólo se ven células madre y cohetes despegando. “Y sin embargo --tuvo la decencia de confesar-- hay otras cosas en las que estamos todavía atrás, no hemos creado el suficiente empleo...”. Nada, seguro que eso se soluciona en cuanto cada andaluz agarre el cultivo celular y la turbina a reacción que le corresponde. Habló de “conocimiento”, de “educación”, de “competencia”, palabras que se quedaban pegadas en las telarañas del plató igual que en la realidad de Andalucía, y yo pensé que, como siempre, en el programa de Quintero la gente hablaba un poco sonámbula, un poco agüiscada y un poco enamorada de su voz.


Hogueras. A Isabel Pantoja, copla viviente, torera de su pena, ya le rasga los vestidos el pueblo amante por deseo o por odio, que también el odio viene a veces del amor. A los héroes trágicos, vencedores o caídos al final, los besamos o los apedreamos con la misma pasión y veneración. Todos se preguntan, con ingenuidad, por qué no protegieron adecuadamente a la diva en el juzgado. Pues para que luego se llenaran los telediarios y las crónicas con esa imagen tremenda de virgen violada por mendigos, y así nos olvidáramos del poder aliado con la corrupción, de los culpables que están y de los que no están, y de la suciedad de una era que no terminará con este juicio, que llega más allá de Marbella y de unos cuantos listillos con los dedos apestando a marisco y puterío. Yo ni siquiera quería hablar de la Pantoja, personaje insignificante en este pudridero de ladrones de lo público. Me di cuenta de que sólo se trataba de arrojar a alguien al volcán para que el pueblo ciego y fanático tuviera al menos una ceremonia de revancha o expiación. En una sociedad enferma de democracia y corrompida por la televisión idiota, algunos sabían muy bien que ese viacrucis de la Pantoja apagaría otras hogueras. Y ha funcionado.

1 comentario:

notengofacebook dijo...

Mi opinión sobre su artículo en El Mundo de hoy 08-11 es que usted es un maleducado faltando al respeto a la gente.
Échele huevos y ríase así de las costumbres y tradiciones de Murcia, Cataluña o Asturias.