31 de agosto de 2012

Reptiliario: El sinvergüenza lo tenía fácil (28/08/2012)



Nombre y apellidos. Con Manuel Recio en Empleo llegó el zafarrancho de limpieza, como si los visitara la suegra. De repente, en un despertar a la realidad (aunque empujado por los medios), se empiezan a detectar “irregularidades” o “deficiencias” y la fiebre investigadora y mejoradora de “procedimientos” les electriza la escoba. Así se presentó Recio ante la comisión, con una bayeta en una mano y un espadín en la otra, purificador y justiciero igual que una sota limpiacristales. Da la impresión de que antes de ese despertar no tenían ojos, manos o teléfonos; que era como si no gobernaran ellos sino unos extranjeros cosacos con los que no se entendían ni hablando ni en los papeles, con tanta letra rara al revés. Recio usó, claro, la táctica de los cuatro sinvergüenzas, presentando un sistema legal y ágil que sólo podía pervertirse por el “abuso de confianza” de unos aprovechados. Un sistema tan ágil que ni siquiera tras el prurito investigador de su consejería Recio puede explicar cómo se colaron los intrusos. En realidad, Recio no sabe nada. Dijo “no sé” muchas veces. Ni sabía ni hacía nada. Él no aprobaba expedientes ni efectuaba pagos, no recibía ni daba instrucciones sobre a qué empresas ayudar… Todo eso estaba delegado en el director general y a partir de ahí se pierde en lo negro. Recio se agarró a lo que esperábamos, aunque cada vez suena más cínico oír cosas como que “no puede ser ilegal u opaco algo que aparece en los presupuestos” y “con nombre y apellidos” (que eran ‘31L’). Pues mire, si lo que aparece consignado en el presupuesto luego se puede adjudicar a dedo a un amigote porque a la Administración curiosamente se le ha olvidado que existen los papeles, sí es opaco. E ilegal. El sinvergüenza lo tenía fácil.

Recursos. El alegato inicial de Recio fue como un prospecto, pero luego optó por un tono más mitinero que en las preguntas se volvía burlador (estuvo mal Ruíz Sillero, del PP, que dedicó su primer turno a hacer acusaciones directas que Recio toreaba con complacencia, victimismo y lentitud). Recio habló mucho de “lo que quieren” o “esperan” los andaluces (lo mismo que él), dijo humoradas como “nunca le he pedido a nadie un carné de partido” y usó recursos bastante babosos como culpar al PP de la miseria histórica de Andalucía, o sacar a sus maestrillos, a los trabajadores que señalan por la calle y hasta su hija a la que le hablaría de libertad. Al que no sacó fue al churrero de El Pedroso con sus 120.000 eurazos ‘discrecionales’.

Pasaban por allí. Francisco Vallejo y Martín Soler, simplemente, pasaban por allí. Vallejo pasó en su día por una consejería nueva, hecha como para astronautas pero a partir de azulejos de otras, y no tenía tiempo para preguntarse cosas. Por ejemplo, qué pintaban allí las agencias IFA o IDEA haciendo algo que no tenía nada que ver con las competencias de la consejería de Innovación. Ni por qué consintió ese extraño mecanismo que convertía esas agencias en ventanillas de Empleo. También pasaba por allí Martín Soler, que recogió en herencia esa misión de “mero agente pagador” sin ni siquiera saberlo: ¡se enteró hace seis meses! Ni se leía los presupuestos, tan claros según ellos, ni miraba sus cuentas. En fin, se puede hacer un debate jurídico todo lo esdrújulo que se quiera, pero todo se rinde ante verdades como las que admitió Soler: las cosas se van haciendo como se han hecho siempre, así funciona la Administración aunque “les sorprenda a los ciudadanos”. También se rinde al sentido común: no se puede dar dinero público a quien venga en gana, sin más que pasarlo por sucesivos agujeros negros. Y asegurar que eso es legal poniendo ojitos no significa nada. Que les pregunten a los que han pisado ya el talego.

No hay comentarios: