
Ahora me entero por un amigo de El Puerto de que un secretario de la Fundación Alberti va a denunciar a la viuda del poeta, María Asunción Mateo, por irregularidades varias y acoso laboral. En eso se quedan los poetas a veces, ya ven, en estas burocracias y conflictos de cuerpo de casa, en estas oficinas con facturas de la luz, en estas sucursales del arte hecho menaje o almacén, como si en vez de literatura hubieran dejado un estanco. A mí, la verdad, nunca me gustó especialmente Alberti, con su poesía de farero. Creo que valía más como testigo o fotógrafo de otros que como propia singularidad poética. Al lado de Aleixandre, Salinas, Cernuda o el mejor Lorca, me parece sólo un paje de aquello. Pero tuvo la suerte de sobrevivir, de hacerse icono por nostalgia, de que la melena se le pusiera del color de sus versos y de que cierto sentimiento de culpa generacional lo estatuara contra el viento de esa mar suya un poco cascabelera. A veces veo a Alberti más como un futbolista de su pueblo que como un gran poeta. Sin embargo, se le arrimaron intelectuales rojetes y enfermeras y políticos y vinieron a pedirle pan sus churumbeles verdaderos o fingidos, ya no como artista sino como pirata con tesoro o como capitán de una guerra enterrada. En este comedero destaca María Asunción Mateo, mujer de viudez arácnida y usufructuaria, entre la gobernanta y el braguetazo. A un artista de cierto tamaño le limpian la baba y de ahí puede salir un imperio con reina egipcia. Claro que esto no da la medida de su arte, sino de un negocio. La viuda de Alberti puede llevar lo suyo como una yeguada particular, pero a mí me preocupa otra cosa. Me preocupa una cultura que sólo mira el icono y el nombre, ya sea de los poetas-museo o del escritor malo que vende celulosa a la masa, cuando habría que mirar más las ventanas que se encienden por la noche ahora, tras las que sin duda se está haciendo el arte de mañana aún sin ujieres, agentes, viudas ni hijastros que se disputen vorazmente su usufructo.
2 comentarios:
ser "rojete" no es nada malo, mucho peor es lo de arrimarse, y arrimarse se arriman los rojetes y los fachas en todas partes.
saludos.
Anda, Luis, lee "sobre los ángeles", de Alberti, y verás lo que es ser poeta y bueno, o lo que es lo mismo, ser buen poeta, porque si lo tratas de "poeta farero" es que te quedaste en sus primeros libros, en el umbral de la puerta, o en el saludo cuando dos personas se presentan, y con eso indicas que tú eres aún más inculto o que vas más perdido, o que te quedas en la superficie o que te falta la luz del faro para encontrar tu norte en la cultura y el arte como esa gentuza-parásita que rodea siempre a los poetas.
Así nunca -como les pasa a estos que criticas- podrás tropezar con el arte y mirarlo cara a cara. Así nunca mirarás por "esas ventanas" nocturnas en las que se cuece el arte o la belleza de la felicidad de un pueblo culto. Porque todos somos pueblo...
Un saludo, Aitana
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