
Yo he estado por esos conservatorios nuestros que tienen luz de arpa, pasillos de manicomio, pianos ataúdes y alma de lavadero, viendo cómo la música sobrevivía descordada, sujetando sus corcheas con tiritas. Recuerdo que todo sonaba con frío, que a lo mejor es así como tienen que vivir los músicos de verdad, ateridos, y para eso los iban preparando. Era como un hospital en el que habían dejado a la música, y en todas las habitaciones iban a morir o habían muerto ya Chopin o Mimí soplando una vela y echando una llave. Conservatorios con desconchones, cajones vacíos e instrumentos en su sarcófago, donde sin embargo seguía viviendo la música como una monja pobre. A pesar del abandono y el desprecio de las administraciones, sonaba de repente un la y, como alrededor de una pequeña hoguera o eucaristía, la música se armaba desde la nada y hacía de un fregadero una catedral. A pesar de las goteras y los políticos, aún parecía que la música resistía. Pero esos músicos con bufanda y astillas y cera en los dedos, ¿qué pueden hacer luego en esta tierra de tonadilleras, ferias y pasopalios?
La Orquesta Joven de Andalucía muere cumpliendo la tradición romántica a la fuerza. Paulino Plata, prestamista que dirige la cultura igual que una tienda de abalorios, se lo da todo al flamenco, a las sevillanas o a la música que escucha Torrente, pero a la OJA le reduce el presupuesto de 850.000 a 250.000 euros. Me da por pensar que los violonchelos, que tienen voz humana y cuerpo y melena de mujer, agonizan ahora en Andalucía como personas de verdad frente a los pitos rocieros, los zapatazos de la raza y el jolgorio del vino sin arte. La gran música, la música eterna, que aquí no es nada, dejará huérfanos dickensianos, estos jóvenes que hasta han salido a la calle a protestar acompañados por compositores muertos y forasteros como ellos. Quizá es la puta calle lo que les espera. Eso, o un cartelón político con más propaganda que utilidad, la Fundación Barenboim, mantenida para que le dé serenatas a Griñán, y que es donde quieren meterlos esquinados y empequeñecidos después de robarles o cascarles el violín y el alma. Deberían haberse dedicado a las sevillanas o a las marchas de Semana Santa. Esto es Andalucía, donde la gran música es ajena, es pecado y es traición. Así acaba nuestra triste partitura: morendo...
5 comentarios:
bravo
GENIAL! Gracias por explicar con palabras nuestra impotencia.
VIVA LA MÚSICA!
Si señor, así es com se dicen las cosas
DIOSSS!! alucinante es perfecto!! ojalá lo lea nuestro amigo Paulino¬¬
Inmejorable...
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