
La política debería enfrentar ideas, pero enfrenta artefactos. La política debería ser honda, pero es sólo voluminosa. Hace chocar trenes, levanta montañas con el puño, infla un dirigible, te explica la mentira con mil bombas detrás como metrónomos. Hay demagogia y miedo en esta campaña. Cada uno dice que el otro nos dejará pelados, los que no hicieron nada aseguran que lo harán ahora, los que quieren hacer lo quieren hacer todo antes del desayuno, los cabreados sólo tienen la ideología del cabreo, los ideólogos se venden junto a las chucherías y todos se preguntan dónde sentarán el culo después si les queda culo. Y Andalucía, peleada, subastada, blasfemada, dividida, no sé si piensan en ella como en una madre o como en una puta. Ya ni siquiera sé lo que queda de Andalucía, tomada como aquella casa de Cortázar. Andalucía, de la que reclaman la propiedad o el alma los que la han condenado o destruido, de la que se enamoran ahora otros que la maltrataron cuando eran otros. Quiero desconectar de la campaña, que está por la calle como un zoo en estampida, que está en mi cabeza como el ruido de una gran lavadora. Pero es imposible. Miro fuera y veo panaderos y ciclistas y madres que no sé si hoy tendrán más miedo o más esperanza. Me imagino que los persigue a todos la política como una máquina con aspas, como me persigue a mí. Y sin embargo es la política lo único que tenemos para sacarnos de esta ruina y de este cementerio de pájaros en los árboles. Habrá que buscar alguna verdad entre el cieno, habrá que encontrar alguna canción en el ruido, habrá que hacer algo, aun esperando que pase de largo esta cabalgata, este zoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario