13 de marzo de 2012

Somos Zapping: Flojera antropológica (27/02/2012)



Mala vecina. Enamorados de unos jueces y odiando a otros, intensa e histéricamente en ambos casos, los socialistas parecen las esposas de Mujeres desesperadas en sus relaciones de pasión, venganza, acoso, rabia o sartenazo. “Lamentablemente, de nuevo -dijo Susana Díaz en las noticias de Canal Sur-, la jueza [Alaya], con este tipo de actuaciones, vuelve a interferir en una campaña electoral”. Sí, suena como si la jueza fuera la típica vecina metepatas que les fastidia la barbacoa en un episodio de la serie. Qué poco tacto la jueza, qué falta de cortesía, interferir en sus fiestecitas, en su propaganda, y aún más, en sus mangazos, en su sistemático saqueo de lo público, ahí todo el tiempo hurgando, llamando a declarar a imputados en el peor momento, como si tocara el timbre en las reuniones reposteras de los socialistas. Qué falta de urbanidad la de la jueza, investigando el mayor escándalo de corrupción de la historia de Andalucía sin tener en cuenta la agenda del PSOE y estropeándoles los domingos de tupperware y piscina. Eso es de muy mala vecina, jolín.


Cortina de humo. Lo de los ERE y los fondos de reptiles, en realidad, no es corrupción ni bandolerismo, no es la cima de esa perversión total que significa concebir el dinero público como dinero propio, usado arbitrariamente para ayudar a sus “criaturitas” y engordar el buche de amigotes y cargos del PSOE. No. Según Griñán el Tristón, “los ERE son una cortina de humo para que el PP no diga qué va a hacer con el poder y, segundo, para impedir que nosotros podamos hablar de nuestro proyecto”. Así lo declaró en la entrevista mañanera en Canal Sur. Pero seguro que el PP no logra distraernos con esa cortina de humo. Seguro que los andaluces apreciarán más la buena gestión, el progreso que los socialistas nos han traído, antes que la simple anécdota de que desde los despachos de la Junta volasen por el método L'Oréal, o sea, “porque yo lo valgo”, millones del contribuyente hacia el bolsillo de militantes y arrimados, y eso fuera consentido a todos los niveles. Creo que es fácil ver el peso que tiene el humo y el que tienen las caras de cemento. Sabremos valorarlo.


Cultura intangible. Para ir dándole sabor identitario a este 28-F, el programa Los reporteros nos paseó por el “patrimonio inmaterial de Andalucía”, es decir, las “valiosas manifestaciones culturales intangibles” que, además, unos concienzudos antropólogos del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico andan recopilando “para que pueda difundirse y evitar que caiga en el olvido”. En resumen: santos, toros, gachas, candeladas, Vírgenes, panderetadas y botijerías varias de nuestras fiestas y folclorismos. Yo me acordé del bueno de James Frazer, del encantador salvajismo de las costumbres, ritos y magias de los pueblos que nos describía en su famoso libro La rama dorada (en su tiempo aún se podía utilizar lo de “salvaje” y él lo hacía mucho). Pero parece que ahora no se trata de tomar nota de estas cosas para analizar y entender al hombre, sino que más bien los inspira un afán conservacionista, más zoológico que antropológico, y otro identitario, más sospechoso (el poder suele usar la “identidad” para su legitimidad y algo de esto quizá se nota en estos antropólogos funcionariales). El programa hacía mucho hincapié en que “valoremos nuestras expresiones culturales”, pero una expresión cultural tiene un valor científico (todas lo tienen) y luego otros que pueden ser artísticos, estéticos, sociales o incluso morales, y son valoraciones diferentes. Ellos parecen unirlas, así que todo es “valioso” de una forma un tanto sentimental, tribal y yo diría que cateta. No sé si dedicarán tanto entusiasmo a conservar el valioso canibalismo, tan cultura como los verdiales. Nuestro problema no son las tradiciones, sino el papel central, nuclear, que tienen aquí, de manera que fuera de esas manifestaciones folclóricas no hay apenas más cultura. Eso es lo que nos acerca a la tribu y nos aleja de la gran cultura, que es universal. Admirar y proteger nuestras danzas de panderos o nuestros trabucazos a las Vírgenes, pero no salir de ahí, es lo que nos hace encantadoramente salvajes. Para colmo, Isidoro Moreno hasta definió nuestra flojera antropológica: “La cultura andaluza es una filosofía de vida que no pone el 100% el objetivo de la vida en la consecución de ganancias materiales”. Bueno, hay otros objetivos, como aspiraciones intelectuales que vayan más allá de la corneta y la cucaña, que quizá también merezcan la pena. Para él, “competir, producir más, (...) choca y agrede profundamente a la lógica de nuestra cultura andaluza”. Ya tenemos justificación científica para nuestros tópicos de la haronería y el conformismo. Eso sí que es antropológicamente antiguo: el determinismo cultural. Más antiguo que los salvajes de Frazer.

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