
Veremos al PSOE espantando escándalos, jueces y números; invocando a la izquierda como el poder mágico de un anillo y azuzándonos a la derecha de la España negra, con curas y banqueros que patean a los pobres. Veremos al PP enseñando los ratones comilones que pudrieron la Autonomía en nombre del socialismo, mostrando buena cara sin corbata, enseñando las cifras indigentes en las que se resume Andalucía y presentando la mera pero insólita posibilidad de otra cosa diferente al PSOE. Los dos grandes partidos se tirarán todo lo que tengan a mano, trapos y fantasmas, realidades y sentimentalidades, papeles y banderas, mientras los pequeños atenderán a las sobras. Habrá más miedo y agresividad en los socialistas, que se juegan el perol; habrá horizontes de celofán en el PP, que viene como con un Evangelio. Pero en el ruido y la aerostática de la campaña, más nos valdría arrancarnos de alguna manera los ojos y echarlos a rodar por Andalucía, ver lo que es, lo que no llegó a ser, lo que podría ser, la cuesta en la que nos dejaron, lo que nos quitaron, cómo nos durmieron, cómo nos traicionaron, cómo nos dejaron a medias en todo. Y sólo después mirar a los partidos, que serán como siempre mitad verdad y mitad mentira. Es cierto que ellos pelearán a muerte, pero si esto es una guerra, no olvidemos que nosotros, Andalucía, seríamos los héroes y los caídos. No olvidemos que, en todo caso, sería nuestra guerra.
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