13 de octubre de 2007

Una 'Operación Triunfo' con macetas: 'Se llama copla' (13/10/2007)

N.A.: Texto original completo del artículo, que puede diferir del que aparece en la edicion impresa del períódico

Es el último intento de Canal Sur por devolver Andalucía a sus carromatos y a un tiempo de campanilleros, a la resurrección de unas esencias que en realidad terminaron ya como los guardias civiles con capote o como esas farolas de gas que alumbraban muy bien las tragedias de amor entre las clases y la majestad de los caballos con sombrero de copa. Hay diferencia entre la tradición y un desván sentimental de antiguallas, y esa diferencia está en la acumulación, en la exhibición, en la satisfacción, en la evasión en la que se regodean; algo así como una viuda o una actriz loca que se hunde en sus viejos ajuares, fotos y maquillajes, que eso sólo da pena y estampas de enterramiento en vida.

El formato Operación Triunfo está muerto como aquello de Gente Joven, y recuperarlo ahora con la copla, con toda la costurería y la tauromaquia de la copla, es como retrotraer la televisión a la radiofonía de Joselito, saltar de lo simplemente demodé a lo reverendamente carca, una doble manera de ser atrasados o ropavejeros. Se llama copla reúne muchos pecados éticos y estéticos, pero los éticos son los peores. De nuevo se le dice al pueblo que su arte y su cultura son aquéllos que no necesitan educación ni academia, una cosa racial, “intuitiva” como llega a afirmar algún miembro del jurado. De nuevo se le dice al pueblo que tiene bastante con eso, que tiene que estar satisfecho, realizado y orgulloso con esas sobras; que no necesita o no puede llegar al arte verdadero, a la cultura de tamaño universal, y además que eso constituye precisamente su esencia. De nuevo se le dice al pueblo que sólo se puede salvar por el carácter y el corazón, no por la preparación o el estudio.

Es ese futuro de los maletillas, de las niñas sin escuela pero con pájaros en la garganta o en el tipito, la esperanza de los pobres, la redención con la que sueñan amas de casa, lavanderas y panaderos. Hay en esas chicas del programa algo de novia buscando novio como único porvenir, hay en esos chicos algo de futbolista que quieren ser, hay en todos ellos lo que parece ser la constante de los andaluces: ser rescatados o elevados de cierta condición plebeya por el impulso de la propia sangre o raza. Lo vimos ya en los primeros castings, y luego cuando nos han querido retratar a los concursantes: señoras sacadas de sus cocinas, señores con la canción de la taberna, chicas sin más cultura que sus ojazos; pueblo pegado a su paisaje, a sus ferias, a sus romerías; gente sencilla con sueños de princesa y aquello de la copla como el oficio propio de su casta. No se empeña mucho Canal Sur, desde luego, en que los andaluces empiecen a querer ser otra cosa, algo más que limpiabotas que llegan a triunfar en ruedos o tablaos.

Se llama copla es una Operación Triunfo con macetas, acompañada o recubierta de una cecina pretendidamente idiosincrásica, vulgarota y pobretona, fuera de siglo como la achicoria. El resultado es que todos los participantes nos recuerdan a nuestra abuela, que todo el público queda como alfonsino y que el programa en general huele a cera. Por todo esto las galas parecen un mueble bar, los resúmenes vídeos de la boda de la vecina, los invitados momias, el jurado el de la reina de la verbena, las votaciones un rosario y todas las lágrimas las de una malcasada o las de un hospicio. No hay ni siquiera clases de verdad para los concursantes, sino sólo ensayos tras unos biombos, como si en vez de cantar fueran a enjuagarse el sobaco en el palanganero, cosa tan de época como sus canciones.

Al menos, tenemos que felicitarnos por que no hayan llamado a María del Monte para presentarlo. En su lugar está Eva González, muchacha muy mona y desenvuelta aunque resulte algo postiza. Con ella han pretendido hermosear de juventud un planteamiento ineludiblemente rancio, igual que al meter entre los participantes a mucha chavalería. Pero tanta gente joven travestida de otro siglo queda aún más triste o esperpéntica, algo así como los chiquillos disfrazados de jubilados de Juan y Medio. “La copla está más viva que nunca”, afirmaba Eva en la última gala. Vivísima, sobre todo si a los de siempre les interesa mantener al personal en el amodorramiento folclórico. En el elenco de presentadores tenemos también a Eduardo Banderas, muñecote habitual en las videoteces y reposterías de la cadena (esta vez no le acompaña Carmen Janeiro), tan metido en su papel que cuando nos anuncia un vídeo o canción saluda con una montera invisible. No fue él, sin embargo, sino otra chica que anda entre bambalinas, la que el otro día nos regaló esta joya que daba toda la altura del programa: “Hay algunos temas que para los concursantes son un handycam (¡sic!)”. ¿Handycam? ¿Esas cámaras de Sony? Se diría que también hay que acomodar el verbo a nuestra idiosincrasia, que tiene mucho de no saber hablar. Tampoco saber escribir le pega mucho al programa y quizá por eso la realización sobreimpresionaba “Me embrujastes” (sic).

De idiosincrasia, desde luego, están forrados los concursantes, hasta llegar al alicatamiento. Ellas, vestidas como de sofá con bata de cola, en el ramo de sus trajes, en el columpio de sus zarcillos, con las tetas ajardinadas y escalinatas por peinetas, todas como dedales decorados, son talmente la muñeca flamenca que vive en los tapetillos. A ellos (hay dos chicos) nos los ponen entre cowboys de gala y toreritos (“torero que no sabe hablar”, se le escapó a Concha Márquez Piquer de uno de ellos, y era cierto). Sin ese faldonaje crujiente y vetusto la copla no sería copla (“cuando me pongo los tacones, el vestido y la flor, soy otra”, decía una de las chicas), igual que sin sus dorados no serían nada Earth, wind & fire, grupo del que yo me acordaba no sé por qué, quizá por la asociación de ideas que me traían lo satisfechamente retro y hortera.

No faltaba ni la muchacha que llevaba cosida por dentro del escote una estampa que le dieron unas monjitas (Santa Angela de la Cruz, que igual cantaba), con lo que eso de la morena con relicario se hacía carne mortal ante mis atónitos ojos, embotados ya de topiquismos. Y es que el programa tenía también que reflejar la proverbial superstición del pueblo, esa santería de los abanicos que traen suerte o las pelusas de Fray Leopoldo muy rezadas por la madre, que tanto nos indigeniza. Tan proverbial eso como cierto guerrillerismo de nuestro genio, porque aunque alguna se empeñara en cantar que era la Carmen de España, y no la de Mérimeé, llegué a pensar que se avecinaba una pelea de cigarreras por los pelos cuando otra chica, golpeándose el pecho y manoteando, advertía esto ante la posibilidad de quedarse fuera del concurso: “Llevo mucho tiempo luchando y lo voy a conseguir, ¿eh?, y si no es ahora, lo que es pa mí no me lo va a quitar nadie”. Así defienden su plaza, su honra o su pan las mujeres andaluzas, y olé. Para remarcar esto, la gala culmina con el reto de un nuevo aspirante que llega de fuera, y que usualmente nos ofrece un duelo entre morenazas como por su hombre, entre la desesperación, el mordisco y la supervivencia.

Este desenterramiento de lo carca lo completa un jurado que es como un palco de torneo medieval o de Nodo: Pive Amador, productor que parece el Luis Cobos de la copla; Rosario Mohedano, ascendida macabramente al oficio tras el incienso de su tía; Hilario López Millán, que es un señor que vive a medias de opinar de corbatas y a medias del marujeo televisivo con incursiones en la telebasura; y un invitado figura que cambia según el programa (hemos visto a Lolita, a María Jiménez y Concha Márquez Piquer) pero que viene siempre con sus batallitas copleras o sus vajillas de familia como con baúles del Titanic, y que reparte puntos, guapuras y niveles de pureza como si los participantes fueran caballos.

Todo esto, pues, conforma el altar al que luego llega la copla con sus capotes enredados con escapularios, sus Vírgenes aparecidas a los toreros, sus civilones, sus hembras enrejadas, sus chulazos de puerto, su matarse de pena, sus cristianas decentes y su España cañí. Todo ese mundo de candelería, beatería, machismo, espuelas y cornadas, que uno no sabe qué sentido tiene hoy en día, no ya como pseudoarte, sino como pretendido fundamento, aún, de identidades y orgullos, y hasta como faro de la juventud. Es como volver a la literatura de cordel en la televisión, pero además haciendo patria, vistiendo muñequitas, aplaudiendo nuestra ignorancia y tejiendo con todo eso un mantón. O sea, lo que ya sabíamos de Canal Sur. Como decía Fernando Fernán Gómez disfrazado de gitanito en Morena clara: “La fetén”.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenisimo. No tengo palabras.

ZRAPAPUCIO dijo...

Me parece injusta su valoracion. Carlos Cano hubiera puesto en duda la fórmula "concurso" pero hubiera disfuratado de lo lindo volviendo a ver la copla viva (tenga en cuenta la audiencia 33% en Andalucia). La copla tambien es cultura de un pueblo. Yo soy de izquierdas y me gusta la copla, por encima de los tópicos de aquellos tiempos. Es cierto que la formula "concurso" no es la adecuada, pero es lo que quiere la audiencia. La calidad del programa en sonido y realizacion va mejorando dia a dia (prueba de que nadie confiaba en él al principio). Me gusta ser crítico, pero me apasiona la copla porque tiene algo que me llega hondo...seguro que lo mismo que a Usted (si no fuera así, no entraria a valorar este asunto). Para mi es un placer ver la copla en nuevas voces y no sólo grabada en voces que ya no están. Creo que Carlos Cano estaría contento de que se volviera a escuchar la copla como otro género más, ayudando a quitarle aquel sabor rancio de la posguerra en el que usted se basa para menospreciarlo.

Atentamente, Bautiata Cerezo, ases_bautista@hotmail.com

Anónimo dijo...

El kitsch innato lo tiene cada pueblo y el andaluz no es excepción, sólo que lo tiene con mucha gracia, vamos, más que cuando en Operación Triunfo los chicos cantaban muy a la moda progre en inglés y a lo soul, swing o a lo Madonnna. Por lo menos éstos huelen a maceta y no a prestado.

Anónimo dijo...

Ese es el problema que tenemos en España, que nuestra cultura y nuestras tradiciones nos parecen carcas, antugüas y obsoletas, ahora todos tenemos que escuchar regeeton o hause, si no no estamos a la moda, ademas en tu comentario se denota se ve clarametne el desprestigio que quieres hacer de Andalucía, entonces que los chicos de OT canten Fallen, o cualquier otra canción en ingles esta estupendo, pero que se cante nuestra copla eso es carca, claro ya no esta de moda, en España, nuestras tradiciones, historia, etc. no cuenta, en España nos gusta Shakira, etc, pero a lo nuestro que le den por saco, y no solo en la musica, sino en todo, pues lo siento señores pero España es coplera, tenemos toros, tenemos procesiones y a la misma vez somos progresistas en investigación, y mil tipos de innovar en miles de cosas pero no tiene porque olvidar sus raices, aunque algunos lo pretendan, la verdad es que me siento superofendido por este articulo, yo tengo 24 años, soy el más moderno del mundo en la universidad, en la discoteca, donde quieras, pero me enanta la copla y este programa, el vestuario y todo lo que lo rodea y para terminar te escribo un trozo de una letra de una canción que decía: "y yo le digo al mundo, que venga y que sepa, ganarlo, sudarlo, beberlo y mearlo como un andaluz" creo que esto resume en mucho mi planteamiento, tenemos que ser innovadores en nuestro trabajo, investigación, etc, tenemos que sudar nuestro esfurzo, nuestra superación, pero nunca sin perder la cultura festiva, lo popular, nuestras costumbres, tradiciones y nuestro arte y por ultimo mearlo.

he dicho

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, Luis Miguel Fuentes.

Solo te voy a decir una cosita, a ver si eres capaz de entenderlo:

Estudiando nuestro pasado, comprenderás nuestro presente.

Y de verdad te lo digo, sin ánimo de molestar, lo único que huele a rancio, es tu comentario prehistórico.

Ponte las pilas y admira la cultura de los pueblos actualizada, no tires en tu mente ningún tipo de cultura, en este caso la músical.

Saludos.

J. Rodríguez

PD: Pásate de vez en cuando por www.sellamacopla.net y disfruta de las peinetas y los volantes.

Anónimo dijo...

buenoo, bueno.....Luis Miguel. yo personalmente a medida que he ido leyendo su opinion de la copla o de programas llenos de ilusiones por parte de los participantes, me parece que se equivoca muchiiiiisimooo!!..es mas eso de las peinetas, los trajes que comenta....hay muchas personas detras que no se ven para que esto se haga posible y salgan con el mejor vestuario adecuado a cada tema, me siento un poco ofendida porque yo formo parte de ese equipo que se encarga de vestir cada semana. esto que usted llama carca es un arte y una cultura que la envidia mucha gente y creo que usted es uno de ellos...en fin, creo que deberia conocer mejor nuestras costumbres y respetarlas un poco mas.