Tapa borbónica. A la infantita Sofía ya le han dedicado un pan en un horno madrileño, y no es el primer caso de ternurismo gastronómico-monárquico, ni mucho menos, desde aquella panadera del emperador que hizo Romy Schneider. Es la forma que tiene el pueblo de bajar la realeza a sus fogones, a su mesa, una mezcla de vasallaje y paletismo, como una adoración de pastores. No podía tardar la borbonada del “por qué no te callas” en tomar su sitio entre el pueblo castizorro y plebeyo, y, a la par que triunfa el politono, un bar sevillano, según nos muestra Andalucía directo, ha diseñado una tapa inspirada en el suceso. Tiene chacina ibérica con dos huevos, un revueltito y la bandera de España encima hecha de chorizo y queso. Hasta Buenafuente se cachondeó del tema y para igualar el absurdo, decidió bautizar con esa misma frase un escalón de su plató. Pero a uno le parece que en esta chorrada de la tapa hay bastante más que homenaje o babosería. Nuestra cultura es la de los pícaros, y en Andalucía, tierra de hambre, aún más. Como vendedores de reliquias, aprovechamos las supersticiones para vender; como sablistas, usamos las desgracias y las alegrías para que nos fíen en la taberna. No es patriotismo lo de esta tapa, es que estamos en Andalucía y ésta es la tierra de sobrevivir con lo que va cayendo, del forastero que llega y de la moda que buscan los tontos. Da igual una tapa patriótica o un cuadro flamenco de sosos para los guiris.
El cucharón. Era una escena de cementerio, Paco Lobatón entrevistado por Joaquín Petit. La afición a la carne putrefacta de uno y las fantasmadas de buhardilla del otro, en un aquelarre televisivo. En Canal Sur no sabe uno nunca cuándo lo que sale es actual o antiguo, pero me estremecí cuando Paco Lobatón dijo que estaba muy ilusionado con un “nuevo programa”. ¿Otra de sus casquerías en La Nuestra, quizá? Qué suerte tienen los dos. Paco Lobatón y sus pajarracos hurgando en los estómagos, Joaquín Petit y su patético onanismo con micrófonos, siempre tendrán sitio en su televisión amiga. Da igual la basura o la idiotez que ofrezcan. Hace mucho que les dieron el cucharón, para que se hartaran.
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