Una simple cuestión de educación no es un debate sobre la Monarquía ni sobre los viejos oros de España ni sobre la melenita regatista de Aznar ni sobre el acomplejado ceceo de Zapatero por el mundo, pero eso es lo que están haciendo aprovechando la borbonada. Todo sirve para esta reyerta de los partidos que ya van haciendo demasiado largo su recreo de tirachinas. Rajoy acusa a Zapatero de haber fortalecido a Chávez acementando su cara y nuestro Chaves hace de alguna manera equivalentes en la pelea a Rajoy y al dictadorzuelo venezolano. También, ante el regreso de esta real figura paterna encojonada, después de tanto tiempo sirviendo de abuelo de las Navidades de España o de otra estopa para los mecheros de los idiotas, vuelven los medios a resaltar ciertas avilanteces republicanas. Así, nos recuerdan que ya son varios los ayuntamientos andaluces que han pedido la III República. Pero tranquilos, eso en realidad no es nada republicano porque, como suelo recordar, al encalar los ayuntamientos con su ideología demuestran que no tienen ni idea de lo que es la res publica. La borbonada, como todo lo que ocurre en este bendito país de garrotes colgados, ya está haciendo bandos. Y en esos bandos hay quien parece carlistón, quien es acusado de facha, quien fuma mazorcas con los indígenas, quien ha encontrado al padre tras su siesta o quien se ha dado cuenta de que no quiere padres. Yo soy de los que no quiere padres en el Estado, pero el justo cabreo de un particular me sirve igual que el de toda una pinacoteca con gorguera. Lo de Agamenón y su porquero sigue valiendo, aunque no se dividan los siglos en borbonadas.
15 de noviembre de 2007
Los días persiguiéndose: La borbonada (15/11/2007)
Y el Rey, con sus reales cojones, soltó la borbonada que de vez en cuando hace época aquí, donde siempre vamos cargando con el cuadro de un rey para inaugurar lo que sea, una revolución o un museo con lanzas y tapices. La Monarquía venía siendo últimamente la piñata de las Españas, pero un rey que se pone un día la casaca puede volver a recuperar al pueblo que está sin padre. La Monarquía no es más que un Estado con padre, que tiene la necesidad de un padre y espera de él un modelo, unos modos, una autoridad, un cabreo para poner orden en la mesa. Claro que un padre deja tanto una herencia de relojes y navajas como de traumas freudianos, y entre matar freudianamente al padre y desear que nos ofrezca su abrazo y su tabaco andamos todos en la vida y anda España con su historia de reyes padrazos o padrastros. Aplaudo el gesto del Rey mandando callar a Chávez, caudillo de los bocazas, aunque no por ser un guantazo de padre ni el bastonazo de un monarca. Recuerdo aquello de La flauta mágica, cuando uno de los iniciados del Templo de la Sabiduría hace notar que el nuevo candidato, Tamino, es un príncipe, y Sarastro le contesta que “aún más, es un hombre” (creo que me hice masón por esta frase). Así que yo, que tengo la manía de mirar a los hombres como tales, y no según se me aparezcan con el plumón de la aristocracia o de la plebeyez, lo que vi fue a un hombre irritado ante una mala educación ejercida con desparpajo, impudicia y provocación. Lo que a uno le hubiera gustado es que el tapabocas hubiese salido de Moratinos o del mismo Zapatero, pero podría haber venido igual de alguna institutriz que hubiese en la sala, como el regletazo de una monja, sin mediar majestades imperiales ni misionerismos ni cóleras de Aguirre, que ahora le sirven a Chávez para alimentar su paranoia y su populismo precolombino.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario