Zapatero se ha cargado todas las quinielas (las mías y también las de muchos socialistas) metiendo a una desconocida empollona o meritoria y manteniendo en cambio a otras gobernantas. Si cuando salió el nombre de Bibiana Aído todos se preguntaban quién era y dónde la acaban de pescar, el que siguiera Magdalena Álvarez, ministra totalmente quemada, la hacía parecer una repetidora de curso. Es como si pensaran que sólo ella puede quitar todos los cascotes que dejó su ministerio o manejarse en el desorden de sus cajones como el de sus zapatos. Para mí ha sido mayor sorpresa ésta que el nuevo tocinito de cielo que ha traído la cuota andaluza en el Gobierno nacional. Bibiana Aído, del clan de Alcalá de los Gazules, protegida de Pizarro y dicen que también de Chaves, ha saltado al banco azul desde un puesto de comisariado político o de adorno burocrático, la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, al final de todos los organigramas y de todos los pasillos, allí donde los partidos sólo ponen jarrones. Dicen los malvados que su nombramiento ha supuesto un golpe para el ámbito de influencia de Zarrías y que el de Jaén ya está perdiendo posiciones para colocar candidatos de su círculo en la sucesión de Chaves. No sé, la verdad. Aún me espanta el esfuerzo que los partidos dedican a ese movimiento suyo de muñequitos, al seguimiento de esas carreras de caracoles, mientras se olvidan de la gestión de lo público. La edad o los tirabuzones de los ministros no hacen generación en la política, si acaso sólo escaparate. O quizá es que hoy me siento viejo y cansado de que pasen tantos años por nuestra Democracia sin que cambie más que su peluquería.
14 de abril de 2008
Los días persiguiéndose: Edad de las ministras (14/04/2008)
Los ministros ya son de la generación de Bola de dragón, como mi señora, cosa que me hace sentir más viejo. Presiento la crisis de los cuarenta cuando aún me faltan un par de años, porque ahora me da por hacerme tattoos y los políticos del telediario me adelantan en juventud, algo casi tan frustrante como ese momento en el que te das cuenta de que los futbolistas de tu edad ya se retiran. Llegan las yogurinas a los atriles y las fontanerías de los partidos, a los ministerios siempre un poco cuarteleros y viejunos, donde hasta los seguratas parece que van con casaca. Tuve una novia que trabajó de eso mismo en el feo mazacote de Industria, como un parking emergido en la Castellana, y siempre me contaba los caprichos y lujos del ministro, al que atendían como a un coronel. Ahora que las carteras se las dan a las ecopacifistas y a las niñas que casi no conocieron el helicóptero de Tulipán, quizá los ministerios pierdan lo que tenían de bunker o de ópera para pasarse al feng shui y las coreografías de Take That. Creo que todo empezó con la niña de Rajoy y ya se ha inaugurado una época, un estilo, algo que es como ir con trenzas en la política. Soraya Sáenz de Santamaría lo que parece es una grupie, más que una JASP, y tiene ojos de merienda. Carme Chacón creo que pasó de las casas de muñecas al ministerio del mismo ramo igual que la Alicia de Carroll, de un bocado. Y lo de Bibiana Aído ha sido un récord menorero. Pero no sé si la política se perfuma verdaderamente de juventud con estos cambios o lo que quieren es enseñarnos pantorrilla para que soñemos, como hace con las enfermeras de sus hospitales ese Pascual que es un poco Benny Hill. Estas niñas vienen con padrino y con galletitas de los boyscouts, pero uno piensa que nuestra política sigue siendo antigua, que la Democracia no mejora por sacar un par de ministerios al recreo, que no son majorettes lo que necesitamos sino, por ejemplo, unos partidos menos piramidales. Soraya o Bibiana son una linda mirada con la misma voz de ogro.
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