En este PSOE andaluz tan igualitario, aún son los hombres los que controlan el aparato, los que fundan clanes, los que hacen la política en su salón de fumar y los que sacan a bailar a las damas. Llamar a las mujeres como a azafatas de la política, entremeter a jovencitas rosáceas entre viejos machos, encargarles las labores auxiliares o de escaparatismo, mientras el mando y el dinero siguen acuartelados en el varón, no me parece un gran avance. Miren las consejerías que llevan las mujeres en Andalucía: Salud, Igualdad y Bienestar Social, Cultura, Educación, Justicia, Medio Ambiente... Otra vez son institutrices, cuidadoras, matronas o jardineras, o como mucho alegorías de ideales, de nuevo la mujer como un óleo. Sólo a Mar Moreno (¿la delfina?) parece que le dan una llave inglesa en Obras Públicas e incluso la consejería de Gobernación de Clara Aguilera suena un poco a disponer la casa. La verdad es que ahora sólo hay una mujer subida a la política hasta sus más altas barbas y no es del PSOE. Se trata, por supuesto, de Esperanza Aguirre, que nunca me ha gustado ideológicamente pero tengo que reconocer que ha ido mucho más allá de cuotas y ayudantías para hacer política con toda la fuerza de esas letras sin que nadie atienda a su sexo, sino a su munición. Ni siquiera el lapsus de Chaves abriendo el debate sucesorio y la posibilidad de una mujer como candidata socialista a la presidencia de la Junta nos sustrae de que hasta Mar Moreno tendría algo de hija heredera y todavía con el tutelaje de su Pigmalión, otra señorita moldeada y adiestrada por un hombre. Aún se lleva a la mujer a la política como al altar, aún el hombre con poder las llama como a mucamitas, aún parecen un secretariado a los pies del macho. Desafortunadamente, queda mucho para la verdadera igualdad. No nos confunden la pose y la tienda de abanicos de esta progresía de feminiles aderezos, achicorias y solecismos. En la foto con sus consejeras, Chaves todavía parecía el sultán.
24 de abril de 2008
Los días persiguiéndose: Mujeres (24/04/2008)
A las mujeres las raptan para ministras, para consejeras o para llevar el ramo en las escalinatas. Lo que quiero decir es que aunque los gobiernos nacional y andaluz presuman de mayoría femenina, todavía siempre es un hombre el que las manda llamar con el timbre y las pone ahí, igual que el ligón que las invita a subir a su coche. Por eso parecen las novias de un pirata o las que han llegado de Avón a los despachos del poder, que todavía son territorio macho. La foto del gobierno andaluz, con las consejeras a los lados como alfiles de cristal, como el celofán que envolvía el núcleo varón e importante de la cosa, era más la de la boda de un cuñado que la de la paridad, la igualdad y el gineceo democrático. Esto no es la nueva revolución de la mujer, sino otro insulto machista agravado por la condescendencia (por lo visto Chaves pidió luego retratarse sólo con sus consejeras, como si fueran un vistoso equipo de voley playa). Hay mujeres muy contentas con esto, aunque les sigan dando las carteras que tienen que ver con lo que algunos hombres creen asuntos femeninos, con la piedad o la ternura, como enfermeras de la Gran Guerra, con virtudes de madre universal, que son las virtudes judeocristianas, claro, pensadas para anular la libertad y la influencia de la mujer y a la vez apaciguar el antiguo miedo del hombre a la hembra con poder. Hasta en el nombramiento de Carme Chacón como ministra de Defensa hay mucho de esto, aunque sea por oposición. Pero a mí me parece insuficiente, postizo, tramposo e hipócrita.
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