23 de febrero de 2009

Somos Zapping 8/02/2009

Crítica y chochos. El Carnaval de Cádiz es demasiadas cosas: gracia, ingenio, imaginación, crítica; pero también afectación, pichas silbando, mojonería vulgar, casticismo adobado. Para encontrar momentos de brillantez hay que soportar muchos chistes de nabos, hay que nadar en la baba de muchos payasetes de lágrima floja que se creen poetas, hay que rebuscar entre la demagogia, el chovinismo, la cursilería, los gemidos, los corazoncitos traperos y los ojetes del culo. Yo soy carnavalero tibio, más bien chirigotero aunque de una manera algo forastera. Hay cosas del Selu, de Manolo Santander o del Libi que siempre recordaré, pero los espantapájaros y deshollinadores mustios de las comparsas me resultan estomagantes, insoportables hasta la dentera. Hace 20 años que Canal Sur empezó a retransmitir el concurso de agrupaciones y el otro día lo celebraron con un popurrí bastante decepcionante. Recuerdo aquellas primeras finales del Falla por la tele, llegando yo mal dormido al instituto cantando el estribillo de Los combois da pejeta. Entonces nadie imaginaba lo que Canal Sur iba a hacer con el carnaval: endiosar a peñistas, fabricar profesionales, domesticar las críticas. Ahora que la Junta da premios, que las diputaciones ofrecen giras, que el poder observa entre bambalinas y elige lo que sale en los resúmenes, toda esa libertad caletera parece emputecida. Viendo el programa especial, que presentaron Manolo Casal y Modesto Barragán, tamborileros o postulantes (en la acepción gaditana) de ese poder, me reafirmé en todo esto. Mucho alabaron la crítica que ejerce el pueblo, su “periodismo cantado”, pero entre letrillas sobre la peluca de Carrillo o Jesulín de Ubrique, la Junta sólo salió en una noticia introductoria, por rehabilitar las viviendas de Cádiz, y en un cuplé de Las pitonisas, subvencionándole la ortodoncia al niño. Que no nos despiste su máscara de gaditanismo con tomati: Canal Sur no se arrodilla ante San Macarty como los monjes de Manolo Santander, sino ante San Telmo. Pero eso ya lo sabíamos. Más pena da ver este carnaval servilón, bien embridado, aceptando la vanidad y el dinero de la televisión a cambio de que salgan chochos pero no guantazos a los que mandan. A lo que hay que echarle cojones es al poder, no a las mojarritas.


Orgullo y glamur. Los Goya se prestan a muchos testarazos, que parecen diseñados para darse con él en la cabeza. Lo que nos interesa aquí, sin embargo, es que alguno llegó a Andalucía y, claro, en Canal Sur el orgullo patrio les rebosó. A la joven Nerea Camacho, premiada por su papel en Camino (película sobrecogedora y bastante bien hecha), le montaron en su pueblo de Almería un recibimiento a lo Se llama copla, contado cascabeleramente por la Nuestra. Otro Goya se llevó El lince perdido, producida por Antonio Banderas con mucho dinero público. Sí, unos 5 millones de euros entre la Junta y Canal Sur para la cosa de la concienciación verderona, o quizá simplemente para seguir la costumbre de que unos elegidos se lleven una buena pasta a costa del presupuesto autonómico. A Banderas, como recién despertado, lo llamaron por teléfono desde las noticias y parecía él solo una ONG entera salvadora de gatos. Para que nuestra aportación al séptimo arte no pasara desapercibida, hasta llevaron a la gala a un tipo disfrazado de lince, que quedó como sustanciar en un cojín esa política cultural de enchufe y trincamiento. Pero no terminaba ahí el numerito, porque al lado del lince, entre flases y aplastado por su bufanda, posaba el Risitas. Menuda estampa de orgullo y glamur de Andalucía y su cine, la politiquería de felpa que lo anima y el feliz ignorante que nos representa. En fin, todo el año es carnaval.

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