
Tenemos a las diferentes Españas o Antiespañas a cartelazos en la cabeza, compitiendo por su estampita, tapando unos anuncios con otros en una pugna como de varios cantantes en el pueblo la misma noche. Esta guerra de cepillos encolados me parece tonta, pero la afición al garrote y a la hoguera de los otros es tan nuestra como la atávica incivilidad que nos define. Si estuviéramos educados en la libertad, nos daría lo mismo que se publicitaran dogmas igual que tintes, ideologías igual que lavadoras, incredulidades igual que bífidus. Podríamos discutir esos dogmas, ideologías o incredulidades, pero no el hecho de que salgan a la calle a bocinazos o a doble página. Los obispos sólo hacen de obispos, como los vendecoches hacen de vendecoches; los ateos sólo proclaman que ellos existen a pesar de una mayoría asfixiante, como existe el español en Cataluña estrangulado de manera similar. Alguien en Doñana se molesta porque han hecho del lince algo así como la mascota de Herodes. Otros se sublevan porque los ateos se atreven a declarar con guasa que el trono de Dios está vacío o es tan humano como los demás. En Cataluña espanta la blasfemia del castellano expuesto entre semáforos. A mí, sin embargo, lo que me preocupa es el miedo que nos da aún la libertad de los otros, la libertad para que cada cual exprese sus convicciones como tenga a bien sin que inmediatamente les acechen guillotinas, inquisiciones, censores, tachones y gomas de borrar. Si los líquidos tienen o no alma, si Dios nos creó de sus barbas y triángulos o sólo es el atrapasueños que el ser humano colgó sobre su cuna, si la lengua es una falange del totalitarismo o la canción unísona de un pueblo, eso se podría y se debería discutir. Que todo esto ande por autobuses, solares o farolas, no. Veo ahora una publicidad de la Junta de Andalucía, dinero público usado como propaganda partidista, y eso sí me da ganas de protestar. Esos otros carteles con sus ideas o morales esquematizadas en peluches o entrecomillados, más verdaderos o más tramposos, deberían llamar a la reflexión, pero no a la condena, no al anatema. Si estuviéramos acostumbrados a la libertad, claro.
1 comentario:
Justamente te iba a hablar de la Junta y de su campaña colgándose la medalla de haber cobrado la "deuda histórica" cuando a los catalanes todavía se nos está mareando con el tema de la financiación. A todo esto, ¿no sería más fácil que cada Comunidad recaudara sus impuestos al 100% y el acuerdo fuera al revés, es decir que el dinero fuera de Cataluña a Madrid?
Bueno, sobre la publicidad y la Iglesia. Qué listos son estos curas, ¿no? Para temas como el uso del preservativo o reconocer que la tierra no está en el centro del universo ya pueden pasar siglos. Ahora bien, para utilizar técnicas publicitarias modernas son los mejores. Bueno, será que salen instruidos del seminario y los clásicos son una buena base.
Por último, hazme un favor. ¿Me mandas un link a la campaña sobre el castellano?
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