
La metralleta. Mientras a Rafael Camacho le regalan el mando de una casita de muñecas por sus servicios, su sucesor, Pablo Carrasco, va haciendo méritos para seguir sus pasos. Está ya a la mitad de la escalinata. De producir programas basura en la pata negra ZZJ, a justificar esa misma basura de una manera apostólica. El vergonzoso programa de María del Monte, establo de todas nuestras boñigas, morcillería de todas nuestras bajezas, le hace sentirse “orgulloso”. Sus chistes cagameones, sus andaluces como mandriles, su alegre empeño por expulsar a pedos cualquier rastro de inteligencia, le parecen muy apropiados porque “hacen reír a 500.000 andaluces” y tampoco les obliga a salir a la calle “con metralleta” (???). No, la metralleta la tiene Canal Sur, y con ella están asesinando el buen gusto, la dignidad de los andaluces, la imagen de esta tierra devuelta a sus gracias de almorrana, a la hilaridad del pobretón, el vago, el inculto y el vocinglero; a la despreciable satisfacción en una felicidad monicaca que, eso sí, resulta tan apreciada, tan conveniente y tan inofensiva para el poder. Tanta lucha, tanta necesidad (histórica, moral, estética, resarcidora) del andaluz por escapar de sus tópicos de graciosismo, despreocupación, trivialidad e ignorancia, y nada menos que desde la radiotelevisión andaluza toda esta colección de lastres y vergüenzas se proclama festivamente como orgullo y hasta servicio público. Son dañinos, destructores, infames y aciagos; son los pervertidores de cualquier esperanza de dignidad para esta tierra, son los que nos hocican hacia lo más abyecto convenciéndonos de que así somos, de que así debemos ser, de que así debemos estar contentos, de que no podemos llegar a más, de que nuestro sitio está en el borricaje, la bajunería y el vinazo de la carcajada estúpida y animalesca. Así son, y por ello el poder les dará premios, cargos, sillones. Si siguen el camino del lacayo, como hizo Camacho, como está haciendo Carrasco, rebajar y destruir Andalucía les reportará una buena recompensa.
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