El sheriff. Cargando sogas, enseñando bieldos, Javier Arenas se llevó al Parlamento a los padres de Mari Luz y Marta del Castillo para aventar sus propuestas de cadena perpetua y venganzas bíblicas. Lo vimos en las noticias y en las tertulias, como un sheriff con balas en los dientes. Arenas se ha apuntado al populismo del linchamiento y a la derecha con horcas, eso tan feo. “La sociedad lo demanda”, decían estos padres y parece que en ello coincide Arenas. Pero con firmas o barullos, la “sociedad” podría pedir igual gladiadores o fritanga de brujas, y eso no significa que sea justo. No sé qué quieren, cadena perpetua para los asesinatos con un mínimo de share o de odio de los vecinos, que las sentencias se dicten según el griterío que produzca el caso, que condenen los taxistas, o qué. La cadena perpetua me parece inadmisible, pero decidida por la turba, es espeluznante. Arenas era un poco ya como María del Monte, aprovechando para su oficio el morbo y la gula que ello produce en el gentío. Creo que se equivoca. Remite a esa derecha tan española de los guantazos y a esa otra como texana de la silla eléctrica.
Pudor. A Blanca Rodríguez, presentadora de Andalucía directo, le han dado un premio de ésos de ATEA, esa asociación un poco fantasmal que sólo aparece para guapear anualmente a los de siempre. “¿Qué noticia te hubiera gustado no dar?”, le preguntó una compañera para que luciera buenismo. “Las relacionadas con menores (…), lo de Mari Luz, Marta del Castillo…”, contestó. Curioso este pudor de la presentadora comparado con la actitud de los que dirigen su programa, que ha hocicado sin melindres en el morbo, la carnaza y la tripería de todos esos casos, hasta que la sangre les chorreaba por la papada. El expediente que le abrieron en el Consejo Audiovisual ya saben que quedó en nada, enterrado en su vasta y olorosa colección de muertos. Siguieron con su necrofilia y ahora, encima, reciben un premio. Eso sí, con pudor…
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