8 de mayo de 2009

Somos Zapping 27/04/2009

Periodismo de misal. Yo los suelo llamar reporteros vaticanos, porque me recuerdan a Paloma Gómez Borrero acampada bajo la mecedora del Papa para dejar luego sus crónicas con veneración creyente, admiración de monjita, espíritu de adviento y oficio de camarlengo. Hasta tienen el mismo acento curil, cierta voz de rosario u homilía. Normalmente están en la Casa Rosa o en el Parlamento andaluz, tras el roce de casullas de los Santos Padres de la Junta, al finalizar los consejos de gobierno, los plenos o las celebraciones que siempre les hacen días históricos, domingos de resurrección y bendiciones urbi et orbi. Griñán acababa de soltar en el discurso de investidura vaporosas y campanudas intenciones y reformas, y en el patio del Parlamento, dos reporteras de Canal Sur de éstas vaticanas, Amaya García Alegría e Isabel Gómez, se encargaban con sus entrevistas de subrayar, reforzar y guapear lo dicho por el candidato, como repartiendo estampitas suyas. Atentos a las preguntas, las apostillas y los comentarios, no de los entrevistados, sino de las reporteras: “¿qué le ha parecido el discurso y su apuesta por las cuestiones sociales?”; “también ha hablado de esa concertación social necesaria, el consenso, el diálogo, e incluso de nuevas prestaciones para las familias que lo están pasando mal”; “se ha erigido en un candidato de cambio tomando en consideración las cosas buenas que se han hecho pero también los retos que se enfrentan”; “también es un discurso del cambio, de la gran transformación de Andalucía”; “¿qué le ha parecido su apuesta por salir de la crisis y combatir el desempleo?; “¿qué le ha parecido que sitúe la educación como eje vertebrador?”; “con esta esperanza positiva para lograr el consenso y salir de la crisis seguimos escuchando opiniones”... Los micrófonos parecían hisopos y ellas, hermanas del mismo cura. Qué vergüenza y asquito da este periodismo sumiso de alabanza y misal.


Gramola. Son especialistas en el aprovechamiento de las sobras, en el sorbimiento de rebabas, en el fiambrerismo de croquetas televisivas siempre un poco sobaqueras. Canal Sur ha encontrado en la copla y su juventud como bandolera, torerita y garrapiñada la gran despensa mohosa con la que empacharnos. Terminó la última edición de Se llama copla con sus macetas de tetas y sus puñales llorosos, pero esos santos del lugar ya están recolocados para seguir haciendo a coro el gemido de Andalucía y la cretona de Canal Sur. Un nuevo programa, que recupera a Bertín Osborne ya con vejez de caballo, los pone ahora a cantar cosas de gramola, fuera de estilo o con estilo de fritanga. Peticiones populares, canciones de tu vida, dedicatorias de noviazgo... Con ello luce otra vez refajo, lacrimal, morería y alma sangrante esta caterva de nuevos rancios, de nuevos antiguos igual que nuevos serenos, que nos han devuelto a un tiempo como de carromatos, tenebrarios y huevos de zurcir.


Sevillanas. Los cantantes de sevillanas parecían ya Starsky y Hutch y una María del Monte vestida de flamenca alergénica o coliflor rosa nos paseaba por el túnel del tiempo y las humedades de dos décadas de castañuelas. 20 años de sevillanas en Canal Sur, de eso iba el programa especial, 20 años que en realidad son tiempo estancado porque el culto al folclore y a su olor a vinazo no ha cambiado en esta televisión andaluza que siempre ha reducido la cultura al pocijón del costumbrismo. La horterez empatillada de esas infames musiquillas volvía a darnos la altura y la edad de nuestra orgullosa raza.

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