24 de diciembre de 2009

Los días persiguiéndose: Feliz Navidad (24/12/2009)

Feliz Navidad, feliz Jánuca, feliz Solsticio de Invierno. Hay naranjas en el cielo, qué más quieren. El martes el dinero tuvo un día de piñata, pero los parados, los arruinados y los tiesos sólo tienen barrigas de algodón, como Santa Claus. El CIS nos pone el frío de la crisis y la desesperanza en el primer lugar de nuestras preocupaciones, y justo detrás aparecen ya los políticos mismos, igual los de los trajes sicilianos que los de las mariscadas andaluzas. Pero brinden con el vino y con las narices, que han nacido Jesús, Mitra, Osiris, las luminarias renovadas, el Dios Sol en todo caso. Es difícil escribir el artículo anual de la Navidad cuando sólo vemos que los ladrones entran en el portalito a roer calzones, que la política nos trae carbón, que la luz viste de entierro la economía. Prefiero ponerme pagano, pues todo ahora es pagano aunque los Jesusitos cuelguen de los balcones como electricistas. Leo cartas al director sobre el “verdadero” sentido de la Navidad, paja y desnudez; o defendiendo los crucifijos en las escuelas, gloria como de antiguos mascarones de proa. No sé si en esta época nacen, se encalan o se ahorcan los dioses, pero sí sé que si hubiera dioses tendríamos que concluir que no se preocupan por nosotros ni en sus cumpleaños, igual que nuestros gobernantes. No sé si el despilfarro es poco cristiano, aunque sí sé que si adornamos los árboles de fruta falsa, si hacemos regalos y comemos dulce, es por invocar la abundancia de la naturaleza que a partir de ahora remontará en el horizonte con el sol haciéndose un capacho. ¿Crecerá la economía como las cosechas? La naturaleza sigue sus ciclos y nosotros seguimos con agujeros en los bolsillos y en los paraísos, enfrentando partidos, naciones, contabilidades, sectas, credos y palitroques, cuando todo lo que hay en realidad es luz cuajada, semillas mojando la tierra, astros en su sarcófago, poco que repartir y poco por lo que pelearse.
Es época de que las religiones y las ideologías reclamen sus dominios, sus aniversarios, que llamen a sus fundadores como a serenos, que busquen el purismo del santo, del pobre, del emprendedor, del profeta, del mercader, del virgen, de la cruz, de la moneda. Esos ángeles de bautizo que trae diciembre compiten con los augures de los partidos. Hay tantos anunciadores de salvaciones como de plagas. Ahora unos hacen nacer a un niño que matarán en abril entre rejas y trompetas y otros hacen nacer presupuestos que llegan muertos entre espinas. Renacerá la economía o revivirán los pescadores de hombres, o todo eso será mentira como siempre. Dios y la política acostados en paños, signos en el cielo arañando a los cometas, peces que cantan con copa y lira y mueren asfixiados, cataratas en los molinos y en los bancos, calcetines desparejados traídos por pastores y ministros; besos en la nieve, en las llagas y en los cofres. Feliz Navidad, feliz Jánuca, feliz Solsticio de Invierno. Los dioses, los ídolos y las estrellas juegan con su plata igual que los políticos. Hay una catedral de luciérnagas sonando sus campanas cuando el frío hace su pobre confitería en nuestras manos y en los parlamentos. El sol se pone coronas mientras en las esquinas aparecen osos blancos comiéndose a violinistas y a recién nacidos. Tiemblan con música las vidrieras del cielo y los descalzos cubren la tierra adorando a sus reyes. Un dios sordo y ciego se peina y se viste de fiesta en las montañas, y la esperanza sólo cae en flecos sobre árboles de plástico. Feliz Navidad, o lo que sea.

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