21 de diciembre de 2009

Somos Zapping: Tontos y borrachos (20/12/2009)

Bombillitas. Es como Roberto Sánchez Benítez pero a menos revoluciones, lo que le da un aire más curil. Si el de Tecnópolis parece cafeinizado de su propaganda, a Pedro Martos, de El club de las ideas, la suya le hace lento y flotante, como emporrado por los vapores curriculares que invoca su sacerdocio logsiano. También el suyo es un programa de pura propaganda, coproducido nada menos que por la Consejería de Educación. Con esa marca, pues, la vergonzosa tasa de fracaso escolar en Andalucía, los informes que nos dejan a alturas educativas africanas y esa juventud que tiene por santos patrones a Andy y Lucas, se transforman en Canal Sur 2 en la actividad de unas aulas como de mozarteum, llenas de cadetes de astronauta. No salen colegios con desconchones, sin calefacción y sin profesores; no salen alumnos que van a entrar en la universidad sin comprender un texto ni saber resolver una ecuación de segundo grado. Salen niños con sus ordenadores portátiles y pizarras electrónicas, dibujando con el dedo casitas con árbol, buscando memeces en Google, mientras unos profesores que se equivocan en la concordancia al construir las frases pero no olvidan nunca lo de “alumnos y alumnas” se vanaglorian de una tecnología decorativa que sólo sirve para electrificar la ignorancia, como si se maravillaran de una cafetera o de una persiana que se recoge con un botón. Escuchándolos me di cuenta de la terrible realidad. No es sólo que esa tecnología sea una anécdota, que todavía haya más grietas en los techos y faltas de ortografía en los cuadernos que pizarras voladoras. Es más grave: es la perversión de confundir los medios con los fines. Aun con ordenador, aun con encerados que zumban, sólo estaban dibujando jardines y buscando fotos de Fernando Alonso. Han hundido la educación pública (¡la supuesta izquierda, vean la traición!), pero ahora los analfabetos funcionales son inalámbricos. Eso sí, los chiquillos eligen el tema de sus trabajos “democráticamente” (ganó el deporte). Esto no es llegar a la estratosfera educativa, sino disimular con calambres el fracaso. Pedro Martos seguía levitando en el ozono de su inútil y aparatosa tecnología y yo echaba de menos una tiza, un maestro, un mapa como el de un almirante de marina entre trencas y paraguas. No hace falta más para una escuela de conocimiento y esfuerzo. Pero ellos creen que lo que se necesita es un ovni con bombillitas.


Felices. Ah, la felicidad... El sabio diría mejor “el equilibrio”, pero quién atiende a los sabios. ¿Qué es la felicidad y cuándo merece la pena? Son más felices los tontos y los borrachos, pero hay algo que nos hace intuir que ser tonto o estar siempre borracho no es lo mejor. Sin embargo, los políticos y sus adláteres entienden la felicidad de una manera menos compleja y más termométrica, y así lo anunciaba el informativo territorial de La 1: datos del Centro de Estudios Andaluces decían que esta tierra mide su felicidad con una puntuación de 8,2 sobre 10. La misma presentadora lo acompañaba con una satisfecha alegría pitufera, que es muy de ese noticiario (me di cuenta cuando una vez rotularon el nombre del Presidente de la Junta simplemente como Pepe Griñán, como si fuera el panadero de Barrio Sésamo). 8,2 en felicidad... ¿Se habían vuelto estoicos los andaluces leyendo a Marco Aurelio? ¿Había calado por fin el desapego budista en esta tierra pobre y necesitada? No, no es sabio desapego. Es conformismo, laxitud, resignación, eso que nos hace acríticos, eso de lo que viven nuestros gobernantes. Recuerden, los tontos y los borrachos...

1 comentario:

yinyang mason dijo...

"Ah, la felicidad... El sabio diría mejor “el equilibrio”, pero quién atiende a los sabios". Totalmente de acuerdo contigo... ¡Ah!, felices fiestas amigo... y vuelve a enlazar mi blog... je, je, je