Feria eterna. Lo avisaba Modesto Barragán, al que por cierto dirigir y presentar Andalucía directo le acentúa ese aire que ha tenido siempre de animador turístico o de posadero jefe de esta tierra, exhibiendo como chacina nuestro casticismo. Lo avisaba pero no hacía falta: se iban a ocupar “con detalle” de la Feria de Abril de Sevilla, “lo mismo que haremos cuando lleguen los Patios de Córdoba, el Rocío de Huelva o cuantos acontecimientos lo merezcan en Andalucía”. Eso se ya se sabía: que los acontecimientos en Andalucía se reducen a esa mudanza de un sarao a otro, esa ristra de verbenas y ese collar melonero de fiestas todas con parecidos arremangamientos, hervores de gentío y devoción amontonada; que Canal Sur vive eternamente en esa feria global de ser andaluz, con sus trajes que han criado costra, fauna y flora en la piel del pueblo. Ahora, sí, vemos a un reportera bailando sevillanas sin soltar el micrófono “en una caseta de postín”, pero ¿no llevan todo el año dando las mismas vueltas, taconeando enfierecidos, derramándose vino sobre la melena, besando a jacas, enrejando morenas o Cristos, adorando hogueras o bodegones y vistiendo novias, gitanas o molineras? Canal Sur en feria, en Navidad o en Semana Santa, en verano o en invierno, es el mismo escaparate de suvenires, y a mí me cuesta trabajo distinguir los meses y las fiestas cuando están ahí sin descanso la copla, el fandangueo, las cabalgatas y balcones de la raza, las guitarras colgadas a nuestro costado como jamones de pobre, la gente que siempre canta lo mismo en belenes, casapuertas, mayos, romerías, casetas o descampados. Todo el año en Canal Sur es como un Xacobeo del folclore. ¿Se han fijado ustedes por ejemplo en Menuda noche? Suelen hacer programas temáticos y no sólo los he visto dedicados al Rocío o a la Feria de Sevilla (esta semana, con María del Monte, fue como si nos visitara después de mucho tiempo la suegra con sus fiambreras). No, también los he visto dedicados a la “ciencia”, con los chiquillos con bata blanca; o al “arte”, con esos mismos chiquillos como después de haberse merendado la paleta de un pintor parisino... Pero es igual, luego salen siempre Ecos del Rocío, o Las Carlotas, o ese Mani que parece que ha puesto allí su confitería. Para homenajear a la ciencia sacan sevillanistas y para glosar la pintura, rumbas... Sí, no hay otra cosa que ofrecer. Aquí sólo tenemos el color de los lunares y el domingo en estampida del pueblo, que es siempre el mismo, cojan el día, el santo o la fiesta que cojan.
El Reino de Canal Sur. Gente trepadora por sus riscos y sus éxtasis, hombres con peto templario enamorados de una parihuela, una Virgen que es una vecina con la que se habla, una retransmisión de Canal Sur que parece hecha por frailes... Me encuentro el domingo con que Canal Sur se ha arrodillado ante una montaña, se ha ungido de ese cristianismo pagano tan al uso aquí y hasta el locutor ejerce de vestal consagrada a esa devoción. “¡Viva la Virgen de la Cabeza!”, grita el presentador (¡el presentador!), animado por un cura, por cofrades del asunto, por la pregonera de la romería, por una bordadora a la que le oigo decir que “la Virgen me ha enviado para hacer el manto” (¿oí bien? ¿hay en Andalucía gente que habla como los indios mapuches?). Eso, o que “es la Virgen la que nos mantiene vivos a todos”, o “la compañera de tu vida”. Ya no me indigna que seres humanos pensantes y adultos digan estas cosas, ni que se exalten pensando en el hecho de sostener con sus manos mortales e indignas a “la Reina de los Cielos, la Reina de la Tierra y la Reina de todos los hombres” (yo me permito salirme de ese vasto Reino, si es posible). No, ante esto ya sólo me concedo un segundo de tristeza y, eso sí, luego reclamo mi distancia y mi sedición de ese primitivismo que aún vence y aún se atreve a meternos a todos en su infantil idolatría. Lo que sí me sigue indignando es que Canal Sur nos cuente eso como una monjita. Y que, encima, entre esa santería, nos saque a la consejera Micaela Navarro publicitando un ascensor que ha puesto allí para los fieles impedidos o cansados. Ya tenemos en la de la Virgen de la Cabeza una romería “accesible”, según decían. Eché de menos que añadieran “sostenible”, pero eso se da por sentado porque creo que todavía no hay romerías atómicas, aunque la del Rocío ensucia bastante. Hermosa metáfora, ésta del ascensor, de cómo la Junta nos lleva al Cielo, o incluso de cómo, ayudada por el piadoso Canal Sur, hace aquí de representante de ese Reino que nos proclamaba el Hermano Mayor botando en la silla y talando con la mano no sé si las cabezas de los ateos o los herejes. Sin duda, la consejera también ha sido enviada por la Virgen.













