Fregonas. No sé qué necesidades especiales de limpieza o qué vocación o predestinación al fregoteo tenemos los andaluces para que nos dediquen esos anuncios de detergentes con nuestro acento (Don Limpio o Fairy). Y encima acento falso, hasta casi parecer burla: “Sirve pa tó, limpia fenomená”, dice con fondo de guitarritas una como madrileña haciendo de andaluza con aljofifa. Piensan en una clientela de chachas y eso les lleva a las andaluzas, ya en sí un oficio o una esclavitud. Me indigna. Oigan ustedes, que la bayeta se pasa en todos sitios y con todos los acentos. No nos asignen el fuero histórico de constituir nosotros solos el gremio de las fregonas.
8 de abril de 2010
Somos Zapping: Vetusta (5/04/2010)
Nacionalcatolicismo andaluz. El oro y las lágrimas subían como salamandras por los pies de los Cristos con los ojos vueltos, llevados en las copas de su martirio. Las calles eran herrerías de joyas y lanzas, desfiles de novias y flagelados tras una mirilla. Dioses orfebres lanzados por las cuestas se desangraban en terciopelo y en gente. Entre el barroco y el vudú, muertos de boda chocaban con sus cofres y campanarios. Largas horas de televisión, Canal Sur como una capilla toda encendida allí en el salón, locutores sacristanejos narrando dioses hechos de la leñera y romanos de lata. Bienvenidos al nacionalcatolicismo andaluz, donde la televisión pública hisopea y catequiza y los ayuntamientos enteros se arrodillan ante dolorosas de cristal, Vírgenes generalas con fajín y crucificados con bastón de mando. Y todavía Canal Sur era capaz de preguntarse cuánto había cambiado la Semana Santa andaluza en 50 años. Nada, aparte de que creo que ya no se venden indulgencias para comer lechón. Sólo había que mirar a la pantalla y a la calle. Vi a un guardia civil encharolado delante de una pasopalio sevillano y pensé cómo se siguen pareciendo aquí el olor del incienso y de la pólvora. Vi la imagen espeluznante de esos legionarios portando enfierecidos a su Cristo y me pregunté a quién defienden o vengan sus armas, si aún tenemos un cuerpo de cruzados, si el sable y la religión se siguen sosteniendo y legitimando mutuamente. Vi a Juan y Medio que sacaba a pequeñuelas con mantilla negra, a chiquillos saeteros, pregoneros, costaleritos y tamborileros. A él le parecían encantadores y a mí tenebrosos y víctimas como niños vampirizados. Qué sabrán los pobres chiquillos sobre pecado, castigo, penitencia, redención, sobre el gótico de la muerte y sobre el poder del miedo a ella, sobre la alfarería de la que vienen todos los dioses y las mentiras que se tendieron desde los palacios al cielo para consolarnos; qué podrán aprender sobre la libertad aquí donde se les pone capuchón antes de que sepan hablar y pensar y así se les exhibe en la televisión pública. Sí, bienvenidos al nacionalcatolicismo andaluz, Cristos con bala, alcaldes con varita, televisión con relicario, misal de nácar e inocentes sacrificados. “Esto es Vetusta”, le digo a un amigo catalán mientras se nos cruza una procesión que parece rozar muchos ahorcados por las esquinas. “¡Tocan el himno de España cuando entran en la iglesia!”, me comenta él, sinceramente sorprendido. Y qué le voy a contestar yo, sólo que esto es el nacionalcatolicismo andaluz, covacha como del Antiguo Régimen, orgullo de medievo celebrado con candelabros, llagas, faldillas y banderas de coronas de espinas. Sale en todas las televisiones que el preso que iba a indultar una cofradía granadina ha sido pillado en una operación antidroga y yo vuelvo a preguntarme por qué pueden suplantar al Consejo de Ministros y por qué los ladrones que se postran ante un Cristo tienen más posibilidades de ser perdonados que un ateo. Pero esto es el nacionalcatolicismo andaluz y los santos movidos con poleas firman decretos. Titulaban en este periódico que unos jóvenes habían sido detenidos en Málaga por colgar un crucifijo invertido en un balcón y yo no me lo creía. ¿Cómo van a detenerlos por lo que pongan en su balcón? Y luego pensé que quizá podía ser, y hasta que si hubiera ocurrido durante esa procesión de legionarios, lo mismo alguien habría cargado un arma. ¿No están acaso para eso, no es esa fuerza la que exhiben? También en Córdoba hay bronca con unos musulmanes que querían rezar en la Mezquita y yo sonrío por una ironía de la que no se dan cuenta ésos que escenifican ahora una religión oficial. La ironía es que sólo la laicidad que tanto atacan puede impedir que un día las demás confesiones exijan al Estado los mismos privilegios del catolicismo, pero no vengan con figurines sino con fanáticos. ¿Laicidad he dicho? Perdón por la palabra maldita. Vade retro. Me excuso. Sigamos aquí con la religión obligatoria de los puñales, las volutas, las viudas y los sargentos; sigamos todos la senda piadosa de Canal Sur, brillante farol guía del nacionalcatolicismo andaluz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
No, si le parece a los pasos le van a tocar els segadors. En fin, su artículo no hay por donde pillarlo. Por lo demás, con otras Semanas Santas haga lo que quiera, pero a la de Sevilla, déjela en paz, porfa.
Publicar un comentario