19 de abril de 2010

Somos Zapping: Aullidos bosquimanos (19/04/2010)

Acoso y derribo. No conozco ese placer de abatir una avecilla, un ciervo o una vaca; no sé si grita dentro de uno un indio o un cowboy cuando un bicho poderoso o insignificante quiebra sus patas después de que un dedo nuestro se destense. Matar de lejos, derribar desde el poder de una loma o de un caballo, me parece un triunfo cobarde. Ya no cazamos por hambre, pero aún somos una tribu que quiere adornarse con pellejos; ya no esperan las hembras la carne del día junto a la hoguera, pero algunos tienen que volver a salir en manada a por la pieza magnífica que les haga jefes o sólo hombres. Detesto la caza, deporte con antropología cavernícola, afición de sádicos reprimidos. Recuerdo haber tropezado en Canal Sur con un programa, Lances, que disfrazaba de belleza naturista esas ganas de matar con ventaja: escopeteros con un frío entibiado en sangre y jaurías con la fiereza humana delegada, persiguiendo animalillos sin escapatoria; el tótem y las luchas jerárquicas de un atavismo como bosquimano que aún parece definirnos y satisfacernos. Pero no, no era caza lo que vi esta semana en Canal Sur, aunque me acordé de toda esa ferocidad campera y orgullosa pensando que aquello tenía la crueldad del matar sin la valentía de hacerlo, la misma necesidad animalesca de poder y dominación sin el precio de tener que mirar los ojos de una criatura que agoniza por nuestra mano. Por eso me pareció aún más bajo, primitivo y cobarde. Acoso y derribo, lo llaman. Y hacen hasta competiciones. Hombres de rasgos costrosos y salvajes que aúllan de placer extendiendo los brazos y abriéndose la chaquetilla porque después de perseguir a caballo a una vacas las han tumbado de un golpe de garrocha. Una y otra vez, las vacas caían, se levantaban, y de nuevo eran perseguidas y derribadas, con más excitación en cada golpe. El locutor, Antonio Bustos, se lamentaba porque la Federación Hípica se está planteando que semejante bestialidad deje de ser una disciplina deportiva nacional. ¿Pero eso era deporte, esa como diversión de hienas para cortijeros? El programa se llama A caballo y quizá trata de cómo seguimos siendo animales a lomos de otros animales.


Ataduras. Decidieron ya hace tiempo que no había que llevar al pueblo hacia la cultura, sino rebajar la cultura hasta el pueblo. Es más fácil rodar esa cuesta, y encima les da para poder llamar “democrático” a lo que sólo es decadencia. Lo sublime no puede ser lo general, lo excelente no puede venir del rasero de la masa, pero la política y algunos otros negocios principales se basan en la adulación a la turba que los sostiene. Si para eso hay que decapitar todo lo que sobresalga, si hay que hacer con el arte y el conocimiento algo así como esa cena de mendigos de Viridiana, se hace, y encima entre aplausos de igualdad y democracia. Todo esto es triste, pero en la educación es nefasto. En El club de las ideas, ese programa en que la Consejería de Educación se hace propaganda sin pudor ni disimulo, les vi deleitarse con una chocante iniciativa de una escuela de música de Punta Umbría, nada menos que basar su cantera en un “taller de carnaval”. Seguro que darán unos concertistas que ni el Conservatorio de París. Así lo explicaba deliciosamente en el reportaje una voz en off: “Una idea original para despojar a la música de su atadura por lo clásico y darle una pincelada más popular, práctica y cercana”. Observen la acumulación de insultos a la cultura y a la inteligencia en que se complace esta aciaga y destructiva filosofía : “despojar” al arte musical de su innecesaria “atadura” por lo clásico (o sea, con lo que es precisamente arte), y rebajarlo hasta lo “popular” (¿quién será ese Mahler que no lo tocan en las verbenas?), además haciéndolo “práctico” (¿se refieren a que sea inmediato y sin estudio, o a que la música sirva para hacer bricolaje?) y “cercano” (demasiado lejos y muertos están todos esos compositores hiperbóreos cuando tenemos a mano y sollozando a nuestros comparsistas). Esos octavillas lagrimeando y esos rasgueos gatunos a los que anima nuestra educación seguro que se pueden unir muy bien a los aullidos bosquimanos de los garrochistas de antes, para terminar de definir nuestra cultura en la vulgaridad, el tribalismo y el más penoso y lúgubre ocaso.


Feria del siglo XXI ¿La Feria de Sevilla en Tecnópolis? ¿Han computerizado las peinetas, hay nanobots en la manzanilla? No, es que ahora los feriantes van en metro (¡simplemente en metro, no es que usen teletransportadores!), montan en tricicleta y además hay un costurero para las flamencas que se descosen un volante (¡increíble en el siglo XXI!) Sí, habrá que ir a la feria este año con escafandra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Señor Fuentes ;

Respeto sus opiniones del mismo modo que espero respete usted las mias , pero creo que sus analisis sobre el acoso y derribo la culturización del pueblo toman un tono un tanto prepotente y excesivamente cargado de razón .

Es muy probable que usted hable desde la lejania del acoso y derribo y se quede anclado en esa moral moderna que nos permite entender a los españoles que es aberrante que un coche no lleve cinturón de seguridad en los asientos traseros y sin embargo hace la vista gorda en que multitud de imigrantes sudafricanos , por poner un ejemplo , pululen erraticamente sin identificar por las ciudades de un país en el que el DNI es obligatorio. La vida tiene dos caras , y nuestra sociedad nos deja recrearnos en esa busqueda de seguridad ficticia que nos intentan vender compaginandola paradojicamente con un "mirar a otro lado " cuando el tema no va con nosotros . Que usted no conozca o entienda la tradición no significa que la tradición no exista y no vaya a ser defendida por los que la aman .Nadie le obliga a ir a los toros o a los concursos de acoso y derribo , pero tampoco esta usted en la obligación de criticarlos por que puede caer en la hipocresia de denostar algo que no tiene repercusión en la sociedad mundial , mientras otras acciones que usted comete como ciudadano occidental acomodado si que REPERCUTEN directamente en el bienestar social de personas en paises deprimidos.

Esa actitud de sepulcro blanqueado , concepto que se invento hace muchos años , demuestra poca capacidad de analisis y de autocritica de sus propios valores .

Los pueblos poco a poco desarrollan una cultura , ni peor ni mejor , y no necesitan "culturetas " que vengan a juzgar las acciones ni tradiciones de nuestros abuelos. La sociedad actual es demasiado joven , ha perdido sus raices , se engaña a si misma regodeandose en el confort y la sensibleria mal entendida , cuando la verdad del hombre y la mujer de los siglos pasados era la verdad de la vida y la muerte o del dolor o la alegria. Las cosas ya han cambiado demasiado deprisa ; no olvidemos el legado de nuestros mayores , por muy atroz que pueda parecernos. Aquello no esta tan lejos como para que geneticamente se haya fijado ya un cambio de caracter o comportamiento . Sigamos corriendo detrás de la vacas , que siempre será mejor eso que no andar como hace pocos años en los Balcanes.