29 de marzo de 2011

Los días persiguiéndose: Los ex presidentes (08/03/2011)

Los presidentes se llevan todo el tiempo estudiando para ser ex presidentes. Aznar estudió para una ex presidencia de piragüista inglés o quizá de agente 007, y por eso sale mucho en los yates, siempre como a través de una mira telescópica, con abdominales de Sean Connery o del que le lleva los martinis; o enseñando en las universidades el inglés de los piragüistas, que se habla con la melenita y el resoplido. Felipe González quizá estudió toda la fauna ibérica de su tiempo, ése en el que todavía existían espadones y comunistas de verdad y tecnócratas del Opus (hubo una época en que se decía mucho eso) y reyes que hasta dormían con pijama de rey por si acaso la noche traía un tanque, un torero golpista o un sello de Franco. Lo de estudiar la fauna ibérica como Félix Rodríguez de la Fuente, que hacía de las cabras montesas dioses griegos, es lo que ha hecho posible que González pueda ser luego consejero de cualquier cosa en este país montuno, agreste, caníbal y un poco indio. Las empresas con sus lobos inteligentes y los parques nacionales con sus linces de biberón están deseando captar a un buen especialista en esta fauna españolísima como Felipe González, cuyo conocimiento de la naturaleza llega hasta el propio gas natural, digestión de la tierra que se escapa por las rendijas hasta el bolsillo. Junto a Juan y Medio, Felipe González es el que mejor entiende lo de bañarse con agua calentita de ese gas natural, rodeado de billetes mojados y señoritas cocodrilo. En fin, creo que el único que estudió sólo para estatua fue Adolfo Suárez, y también quizá Calvo-Sotelo, aunque fue estatua breve, callada, muy leída y pianística. Se fueron directos a la historia sin pasar luego por un consejo de administración ni una butaca de tacañón, ni siquiera una película de espías, salvo la suya propia que ya les tocó. Los otros, más que gobernar, estuvieron haciendo cursillos para ser después sabios de todo, gimnastas de sus batallitas, telefonistas de las alturas o madrastras coñazo.

Doñana es que tiene la temperatura húmeda de la política, por eso los ex presidentes encajan mejor que los biólogos y los silbadores de pájaros. Por un parque como Doñana pasan aves embajadoras, aguas como arábigas, muchos funcionarios para medir el viento y hablarle en su lenguaje, y hasta puede pasar un gasoducto, que si se ve venir puede ser como ese mismo viento con monedas dentro, haciendo sus propios grifos de oro. Hacen falta pues experiencia en internacionalidades y en los ecosistemas del papeleo, ingenierías y fontanerías para convertir los elementos en otra cosa, arte para seguir pintándolo todo de verde, manejo de los silencios para no molestar a los patos y maña para empalmar o enchufar todo esto. Hace falta, pues, un político, o mejor, un ex presidente con todos sus cursillos hechos, sobre todo si ya conoce el terreno, los pájaros, los comederos y las trampillas: Felipe González. Más triste resulta ver a Aznar queriendo impartir asignaturas sobre su chaleco o entrenando para ser Águila Roja.

No se extrañen de ver a los ex presidentes vendiendo su gloria o rebañándola por estos consejillos y tertulias de viejo remuneradas. En la política puede entrar cualquiera y además luego faculta también para cualquier cosa, porque hasta los zurullos de los linces se manejan con la política. No digamos los dineros, las componendas, las influencias, las lealtades y los pisotones. Se puede quedar en los libros de historia sin más, con cara de medalla, o se puede seguir practicando la sabiduría del listillo hasta que se caigan los dientes. Y hacer caja jugando al dominó de los jubilatas, a varias bandas.

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