29 de marzo de 2011

Somos Zapping: Heidi y la autonomía (07/03/2011)

Infancia traicionada. Yo recuerdo que en Andalucía pedíamos la autonomía contra el paro, y por eso estos gobernantes nuestros que han celebrado la épica del 28-F entre ujieres, nobeles del barrio y viudas de Carlos Cano, pero con un millón de parados subidos a los mástiles como piratas, me parecen unos señores que han pasado de la hipocresía a la traición sin dejar de abanicarse. Es como si siguieran enseñándonos sus fotos de boda o aquellos álbumes de cromos de Marco y Heidi, ya tiesos y azules de años, cuando no hay matrimonio ni amor, solamente cuernos, ni nadie se cree en estos tiempos a Marco ni a Heidi. A lo mejor la autonomía era también un poco esa inocencia y ese infantilismo de panecillos y cabritas por las montañas. Eramos niños entonces, con la ilusión de una tapa de yogur y un referéndum. Creíamos en la autonomía y en los quesos tiernos hechos con los pies por los abuelos, pero hemos crecido para ver que los quesos y la autonomía son negocios de particulares y uno ya no siente ni melancolía de aquel pasado, sino un poco de vergüenza por haber sido tan cándido. Los que no han crecido son los políticos, que aún enseñan las bragas verdiblancas en un columpio colgado de las nubes, igual que Heidi. Pero Heidi se llamaba Adelaida, Andalucía se sigue llamando desempleo y yo estoy muy harto de cuentitos y de que nos distraigan el hambre diciendo que la cuchara con gachas es un avión, aunque sea un Airbus. Banderas acuchilladas cubrían Canal Sur el día en que celebrábamos esta especie de infancia traicionada y Fuensanta Coves insistía mucho en el derecho y la alegría de conmemorar el 28-F. Normal que lo hagan ellos, que son los vividores de la autonomía. A otros esta fecha nos sigue recordando más que nada ese desengaño de la edad, cuando nos dimos cuenta de que las cabritas no curan a las niñas paralíticas y de que, después de todo, era imposible que Marco se pusiera el poncho con ese cabezón.


Tópico y complejo. Hasta el más duro y peludo puede caer en la tentación de andalucear, aunque ver al Sevilla en ese registro me decepcionó como verlo irse a dormir con mascarilla para el cutis. A mí me cae bien El Sevilla, que es auténtico y puro como un oso, y al que sobre todo consideraba un tío sin complejos. Pero el peor complejo que puede tener un andaluz es justamente el de andaluz. El andaluz defendiéndose de los tópicos a la vez que se envuelve en ellos o les da la vuelta glorificándolos acentúa aún más ese complejo de inferioridad nuestro, tan triste. Al principio pensé que su intención era irónica, pero luego me di cuenta de que El Sevilla, en el programa de Manu Sánchez y con el ambientillo del 28-F, se había vestido de flamenca blanca y verde para loar de verdad a la tierra, salvarla de forasteros faltones y mezclar el orgullo de su acento con sus cojones. Soltó un recitado en el que pretendía desembarazarse de los sambenitos de guitarritas y gandulería del andaluz, pero lo hizo precisamente a guitarrazos y a pedos camastrones. Resulta aún más cateto que la morería folclórica se ponga heavy y cambie los elogios al sol y la alegría por otros a las ratas de nuestras alcantarillas y a los chicles que se nos pegan en el zapato, como hizo El Sevilla. Si hay algo más ridículo que una oda a la sonrisa andaluza, es una oda a la mierda andaluza, aunque al Sevilla le parezca lo más atrevido, rebelde y reivindicativo. Fue como expresar el orgullo de que Andalucía se limpie el culo. Casi prefiero el estilo de Las Carlotas. Por lo visto, hasta los más duros y peludos llega un momento en que tienen que hacer su versión del andaluz profesional. Y eso sí que es un tópico hiriente y lastimoso, Sevilla, colega.


Contradicción. Ya llevamos unos cuantos carnavales con crisis y hay que concluir que en Cádiz le siguen cantando al desastre económico como si fuera algo de la meteorología, sin culpables, o al menos sin culpables de por aquí cerca. ¿Alguien ha oído mencionar a Griñán en las tablas del Falla? Si es así, que me lo haga saber. Yo me quedo con la metáfora de Los currelantes, que escribieron el número de parados, 4.200.000, en unas pesas de atrezo como para arrojárselas a alguien a la cabeza, aunque sin hacerlo. Por cierto, más que el cajonazo de Julio Pardo, a mí me ha indignado el anuncio de Covirán: “Ya está bien de trabajar, que empieza el carnaval”, dice en él una limpiadora. El andaluz vago y festero todavía vende en esta tierra. Lo que no entiendo es qué venderá Covirán durante el Carnaval si sigue su propio consejo y cierra para la jarana. Con esta contradicción tan andaluza seguro que El Sevilla haría otro orgulloso recitado que terminaría en mojón.

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