
Aún está todo lejos, como el frío. Las elecciones, las revanchas, las diferentes sentencias que nos traerán penados o apoteosis... De momento, aquí estamos, esperando el dinero que se llevaron los muchos piratas, atentos a si el euro se derrumba o no como un faro podrido, mirando a la estupidez de la política poner su kiosco de gaseosas baratas, dudando si atraparemos a todos los corruptos que salen de los agujeros igual que cangrejos o si se arriarán las banderas de los partidos hegemónicos en sus chiringuitos eternos. Pero ahora el mundo entero parece estas tardes de verano en las que sólo se oye botar una pelota, como puntos suspensivos que caen de los tejados. Sólo los niños arañan las paredes, sólo los dormidos encuentran la paz como agua. Estamos soñando con otra cosa pero es como soñar con nieve, ahora, cuando hay volcanes derramándose por las paredes hasta el mar. Soñamos el fin de la crisis, soñamos gobernantes que no nos mientan ni nos tomen por idiotas, soñamos salvarnos de esta carne quemada de la política y sus miserias, soñamos todo eso como fresco por la nuca, como una fruta a gajos en la mano, mientras nos comen las hormigas y nos ciegan olas de fuego que sobrepasan a las palmeras. Hay pirámides aztecas en la playa, hay esquinas con la luz en una alcayata, hay cáscaras del mundo en lo que pisamos, hay toallas por los ojos, hay una densa pausa de todo apartando las nubes en paréntesis, hay una duda que parece una salamandra en una tapia. En la orilla, como en la política, esperan la salud o la inhumación los cansados y los muertos. Pero aún queda mucho, como para el frío.
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