8 de julio de 2011

Hoy viernes: Todos los nombres (8/07/2011)


Los socialistas son mucho de retocarse el nombre, de hacerse una marca con él, como los escritores o la vedetes. Zapatero fue Zapatero y no Rodríguez, y luego ZP, que eso siempre ha parecido un matamoscas. Griñán lo primero que hizo para cambiar Andalucía de marcha, de época o de cortinas fue pedir que le llamaran Pepe, como el del bar. Felipe González también fue siempre Felipe, e hizo felipismo y no gonzalismo, que a lo mejor la izquierda es eso, quitarse los apellidos como la corbata. Alfredo Pérez Rubalcaba tiene nombre de galán pero apellido de árbitro, así que se puso a remediarlo y le salió una cosa un poco anglosajona, como todos los nombres que se colocan por el medio una inicial. Alfredo P. Rubalcaba es casi nombre para best-seller, cabe mejor en los carteles y se quita algo de oficinista que tenía el Pérez. Se ve que esta política de ahora no está tanto en si se les pone o se les quita el sombrero a los banqueros o les dan caramelos o manguerazos a los del 15-M, sino en saber elegirse un nombre. A lo mejor ya no queda más ideología que eso, el nombre y si acaso el sastre. Este PSOE no sabe encontrarse a sí mismo, ni sabe sacarnos de la crisis, pero sabe ponerse nombres chulos, eufónicos y de anuncio, como los caballeros andantes, los modistos o los modelos de coches. Así están, a falta de mejores ideas, cambiándose la firma como primera o única medida.

La política ya perdía con los personalismos, los salvadores, los gurús, porque se dejaba de pensar para adorar a un figurín. Pero antes un liderazgo suponía también una idea de partido o de país o de política o de discurso. Ahora se nos presentan candidatos que apenas tienen la intención del nombre, pero no sabemos con qué vienen detrás. De Rubalcaba podemos decir que se ha quitado letras pero desconocemos si trae el neofelipismo, un zapaterismo postapocalíptico, un socialismo de los muertos, un oficio mefistofélico o una melancolía con braguero. A Griñán podemos llamarlo Pepe pero tampoco sabemos adónde va su llaneza, a liquidar o a barnizar la herencia chavista, a renovar el PSOE andaluz o sólo a entremeterle ninis, al cambio o a la eterna justificación del fracaso. Se retocan el nombre o se maquillan la calva y aquí estamos fascinados por un candidato que sólo presenta su tarjeta de visita y las manos en los bolsillos. Los nombres tapan a las ideas, la política parece un bautizo. Felipe dejó su nombre como sus labios en la rosa socialista, ZP nos dejó tiesos con su espray matamoscas, Chaves dejó cheques con su apellido, Griñán llamándose Pepe parece que sólo nos deja cañas contra la crisis y Rubalcaba deja un solo punto suspensivo en el interregno del PSOE. Pónganle a eso el nombre que quieran, menos política.

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