
Saliva compartida. ¿Les suena eso de Pablo Carrasco recibiendo y acompañando al pez gordo, luego Mabel Mata haciéndole una entrevista babosa, sumisa y bien acolchadita, y por fin las noticias de Canal Sur ofreciendo más de dos minutos de propaganda camuflada como resumen del encuentro? Esta vez fue con Rubalcaba, pero antes ocurrió con Chaves o Griñán. Ya ni me parece reseñable la cosa. Para qué decir más. Otro día de saliva compartida entre Canal Sur y sus dueños...
El truco. Sigo sin poder distinguir al Roberto Sánchez Benítez del verano y al otro. Sus innovaciones y sus tomates han alcanzado el rango de eternos, manejan ya una curiosa sustancia sin tiempo o un tiempo sin sustancia, como él. O es Andalucía la que se ha hipnotizado con el movimiento de su boli y duerme en un limbo circular y suspendido. ¿Qué modernidad es de ahora y cuál del año pasado? Porque sé que repiten los reportajes o los programas enteros, uno reconoce los que ya glosó, como ese tremendo hallazgo de pasear en dromedario por Doñana que volví a ver esta semana... Pero, si no, uno estaría por decir que las innovaciones se dan la vuelta a sí mismas hasta volver a descubrirse en la novedad y el asombro, que se persiguen hasta reencontrarse recién hechas de nuevo. Quizá ése es su truco, quizá es el truco de todas las modernidades que le sacan a esta tierra, reutilizables, reinventadas cada cierto tiempo con la maravilla de la primera vez. Lo viejo que se finge nuevo abriendo los ojos de sorpresa, lo ya muy conocido o usado que se anuncia como prodigio reciente... Quizá con Andalucía hacen lo mismo que con Tecnópolis.
V. Aquellos lagartos casi de cartón, aquella invasión de extraterrestres ratoneros suspendidos más por alambres que por láseres... La mítica serie V tenía, al menos al principio, y aun con las limitaciones de la época, fantasía, épica, sensualidad e incluso moraleja moral y política (desarrollaron muy bien en los “visitantes” la seducción y los modos de los totalitarismos, y hasta su emblema recordaba a la esvástica nazi). Nada que ver con el moderno remake que ahora emite Canal Sur después de haber repuesto hace poco la serie clásica. Este remake pierde, entre otras muchas cosas, esa intensidad política, y todo lo basa en niñaterías y abuso indecente del croma. Pero lo peor es que Canal Sur está emitiendo una serie que no tiene final, porque se canceló en la segunda temporada sin que se resolviera nada. Mala y sin final, ni como estafa de verano sirve.
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