12 de diciembre de 2011

Hoy viernes: La Ensaladera (2/12/2011)

Con las patitas colgando, el euro cianótico y el nuevo Gobierno esperando a los maceros para hacerse cargo de la ruina, nos volveremos a refugiar en el deporte, único escaparate en el que aún nos ven como emperadores gladiadores (lo contaban de Cómodo, hijo de Marco Aurelio) y no como mendigos con harapos y plumas, igual que en la canción de Leonard Cohen. Ellos, nuestros deportistas de élite, son los últimos ricos sin crisis, los que llevan hoy los brazos de oro de Apolo y los pies alados de Hermes, y que además de cobrar por anunciar relojes, seguros, bugas y calzoncillos, encima se calzan a todas las guapas oficiales. Ahora pelearán por la Ensaladera de la Copa Davis, que en realidad es una ponchera, en el Estadio de la Cartuja, estadio despejado y solitario que nunca tuvo sus juegos Olímpicos y donde, si patea la grada, suena como si viniera un helicóptero de rescate.

Esta generación de deportistas triunfadores que sustituyó a aquellos futbolistas con boina y aquellos ciclistas con cabra que incluso ganando tenían cara de hambre; a aquella furia derrotista y aquella resignación del españolito compitiendo para perder, no vino como dice Yannick Noah del dopaje, sino del nuevo desarrollismo de la época de la burbuja, del “milagro español” que decían fuera, de la fiesta económica que ahora estamos pagando, y que no dio sólo brokers, poceros y concejales de urbanismo, sino carreristas y genios de la pelota. Son lo único que aún no se ha derrumbado del todo de aquella era sobrada, alegre y optimista, aunque parece que también les llega la decadencia. Nadal flaquea, Alonso parece que lleva unos años pilotando un autobús, el Barça mágico de Guardiola ha perdido la varita y eso lo sufre la selección, y a Pau Gasol puede que lo traspasen los Lakers, que prefieren a Dwight Howard, el pívot que hace que sólo quepan sus hombros en la zona. Se nos vuelven viejos o se cansan ya nuestros dioses del estadio, como esta España opulenta que despertó de su resaca con la cartera birlada y la factura de sus huesos rotos.

En la Cartuja, que pasó de centro del mundo a maqueta y luego a cementerio, volveremos a vitorear a los héroes en época de hambre, como en el franquismo. La Copa Davis ya no es como ganar Eurovisión, pero cada raquetazo querrá espantar a las moscas. El tenis es un deporte tan civilizado que el público guarda silencio igual que en la ópera. Es como el silencio de Rajoy ahora, entre los tiros de Europa y de la crisis. Si vencemos, nos darán una ensaladera vacía, una ponchera sin la alegría de algo dentro. Creo que es la misma ensaladera que se ha llevado Rajoy en estas elecciones. Una ensaladera vacía al sol cementerial del sur es lo quedó de la abundancia de España. Aún ganarán algo nuestros gladiadores. Aún sufrirá bastante el pueblo.

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