20 de febrero de 2013

Somos Zapping: Consejeros como Forrest Gump (18/02/2013)



Hablando de empleo. Por fin el Gobierno andaluz se reunió para hablar de empleo. Con eso el paro se debe dar, si no por combatido, al menos por avisado. La Junta ya obtiene toda su satisfacción al mencionar la palabra empleo. Es como esas madres que te cuentan lo que harán cuando les toque la lotería, todo muy bien planificado, y disfrutan con eso casi como con el dinero de verdad, que nunca llega. La palabra empleo hace brotar currantes igual que la palabra paro hace agachar cabezas. Se trata de decirla mucho, con convicción, con perseverancia, con coros, con carpetillas, con majorettes, incluso con algún número, como nuestra madre que tiene hecho el reparto de su lotería imaginaria en un cuaderno de rayas. Lo demás, no importa. Díganme si no cómo es posible que un Consejero de Economía y Empleo de la Junta, después de que hayan decidido supuestas medidas definitivas, inmediatas y salvadoras contra el desempleo, salga explicándolas en las noticias de Canal Sur y parezca Forrest Gump. Sí, así nos abrió Antonio Ávila la caja de bombones de su pensamiento y su política: “El primer objetivo, cuando tomamos esa decisión hoy, es que va a ser el empleo, la generación de empleo, y por tanto el grueso de los recursos que se tienen se intentan aprovechar de manera específica para generar empleo”. Así que se reúnen para hablar de empleo y llegan a decidir que el primer objetivo sea la generación de empleo. Un hito. Así son las minervas que dirigen nuestros destinos. Y como medida revolucionaria, paguita de 400 euros, número al que están abonados y que genera empleo sin más que pasárselo a Griñán por la chepa. No sé cómo tenemos este paro con la cabeza y las ganas que le echa esta gente. Pero un Consejo de Gobierno es como una caja de bombones y nunca sabes lo que te vas a encontrar.


Sonrisas siniestras. Que Roberto Sánchez Benítez te invite a reír resulta escalofriante, como si lo hiciera El Muñeco Diabólico. Tiene algo de siniestro el presentador, quizá porque sonríe como un personaje de Tim Burton, porque parece que le han cosido la sonrisa en un experimento en un torreón. El caso es que no es la primera vez que nos invita a la salud de la risa, risoterapia lo llaman. Estaría muy bien si no llevaran tanto tiempo diciéndonos que con la alegría no importa comer esparto, llorar cebolla ni penar con nuestra pobreza e ignorancia, precio que pagamos en Andalucía por esa verdadera felicidad de la sonrisa interior y racial. En Salud al día nos ponían imágenes de comedias y carnavales y nos enumeraban los beneficios de la risa: “Mejora la salud de nuestro corazón, nos protege de los resfriados, reduce el insomnio, nos inmuniza contra la depresión y la angustia, potencia la creatividad y la imaginación…”. No es nuevo eso de que no necesitemos más que la risa, ya nos lo recuerdan el chistosismo y la gracia meona que nos hacen de bandera entre moscas. Pero hay una risa boba, otra del humor inteligente y crítico, y la mejor alegría, la de la gaya ciencia que decía Nietzsche, la del conocimiento liberador. Pero esa sonrisa a pilas de Sánchez Benítez, que viene con el traje, automática, tiesa, grimosa, enfermiza… Ésa quizá es la nuestra.


Revival. Este 28-F viene fuerte porque la Junta ha decidido utilizar el autonomismo de pelucón como estrategia contra el PP. ¿Por qué? Y por qué no. Sirve como cualquier otra distracción. Hay que defender la autonomía, nos quitan la autonomía, atacan la autonomía, sal a la calle por tu autonomía, déjate bigote por tu autonomía y vuelve a poner Triana por tu autonomía… Con lo que han hecho ellos de esta autonomía, su cortijo y nuestra miseria… Ya hemos visto varios anuncios oficiales de la Junta: “El día más grande de Andalucía”, “hoy más que nunca celebramos nuestra autonomía”, “juntos podemos hacerlo”, “siente”, “decide tu futuro”, “me gusta sentirme andaluza”, y así. Es el principio. Nos espera el épico revival de toda la pana aceitunera, desplegado por los que nos siguen teniendo en alpargatas. Valderas hasta viene ya con esa pinta de cliente de la esquina en una güisquería setentera.

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