21 de febrero de 2008

Somos Zapping 17/02/2008

El talento de los esbirros. Un día perdieron definitivamente la vergüenza como las bragas y desde entonces nos van enseñando la sonrisa obscena de sus culos. Sólo en medio de una gran borrachera como la suya, pellejuda e impúdica, puede caber la desfachatez de convertir al que fue portavoz de su gobierno en director de la radiotelevisión autonómica, como hizo el PSOE andaluz con Rafael Camacho. Es como si nos estuvieran diciendo que igual podrían haber nombrado a un caballo, superados ya todos los límites de la decadencia, la arbitrariedad y la perversión. Pero aún esta orgía puede ser más repugnante, por ejemplo con un premio, equivalente al que se ganó Mesalina superando a las mejores putas de Roma. A Rafael Camacho, la Academia de Televisión le ha concedido uno de los premios Talento 2007, último insulto y risotada que nos arrojan a la cara los que se saben tan dueños de esto que ni la moral ni el sonrojo les alcanzan. Premio al talento de los esbirros del poder, que sirven al partido usando el dinero público en una meticulosa operación de embrutecimiento y propaganda; premio a su indecencia sin tapujos. Pero la cosa ya estaba aceitosa para el asco. Al fin y al cabo, esta Academia de Televisión está presidida por Manuel Campo Vidal, el ideólogo de la Segunda Modernización, el que tiene una productora con tanto talento que nunca le han faltado encarguitos y contratos de Canal Sur y de la Junta, éste señor de probada independencia que ahora quieren algunos que modere el debate entre Zapatero y Rajoy. Sí, un día perdieron la vergüenza, quizá el mismo día en que le perdieron el respeto a la ciudadanía. Entre ellos se besan los bigotes y se rozan las nalgas. Y ríen, lo peor es que ríen, seguros de que están consiguiendo lo que pretendían: convertir al pueblo en idiotas.


La medida del arte. Ésta es la tierra del arte sin escuela, de las lavanderas que cantan y de los maletillas con sueño de dehesa. Tanto le gusta esto a Canal Sur que tiene montadas una Operación Triunfo de tonadilleras y otra de rejoneadores. Vuelvo a ver a Enrique Romero, torerito de salón, coleccionista de toda la porcelana de las jacas, esta vez en Mira la vida, donde comenta con ranciedumbre el esfuerzo de su juventud agropecuaria y como cretomicénica, que quiere llegar a la gloria de esa manera salvaje y bandolera, siempre entre fogatas y bestias, que parece que es la única posible aquí. Nuevas remesas de rejoneadores salvarán sin duda a Andalucía de su incultura y de su pobreza. Sí, ésta es la tierra del arte sin escuela. Nos basta el pastoreo de los toros o el cante de taberna. O la poesía de las marujas, que es lo que me doy cuenta que trae también Mira la vida cuando Enrique Romero termina con su rocierismo taurino. En cada programa, alguien del público, pretenciosamente etiquetado por el rótulo como “poeta popular”, es invitado a leer sus ripios infantiles que enseguida merecen el aplauso entregado de los presentadores. “Alegría en la amistad / alegría en el amor / alegría en mi vida / es lo que tengo yo”, escucho recitar a una señora que casi no sabe leer. Es el arte abaratado, hocicado, bajado hasta la altura del vulgo, hasta que lo pudre o lo mata. El arte de verdad es enemigo, elitista, despreciable. Los eructos del pueblo, ésa debe ser la medida. Todo lo que necesitamos lo dan ya el campo y las trascocinas. Así se destruyen la cultura y la civilización; así vencen, a base de adularlas, la vulgaridad y la tiranía de las masas (ay, Ortega y Gasset). Ésa es la innoble tarea en la que no ceja Canal Sur.


Vagos. Cuando Manuel Pizarro, fichado por el PP como un escualo eléctrico de la economía, criticó la cultura de la subvención en Andalucía y usó con nosotros las mismas analogías de peces y cañas que se usan para África, Chaves se mostró enseguida insultado. Otra vez, dijo, los tópicos del andaluz indolente y vago. Pero con esto ocurre un poco como con las gracias sobre judíos o negros, que sólo las pueden hacer Jon Stewart o Chris Rock porque lo son. Miren por dónde, en un zapping de Cuatro veo frente a Jesús Quintero a un paisano barrigón con camiseta del Cádiz que cuenta muy rumboso un chiste de andaluces harones que les dio mucha risa (floja, claro). Mejor sería empezar con la viga en la tele propia antes que con la paja en el ojo de los forasteros bocazas, ¿no?

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