La juventud de Chaves. El PSOE andaluz, que padece una vejez como egipcia, que está agotado de sus achaques y de su elefantiasis, aún trata de rozarse y de identificarse con lo nuevo y el intento es patético como los noviazgos asaltacunas de Ana Obregón. Hemos visto a Chaves meterse en las escuelas, a respirar la juventud y a masticar tizas; lo hemos visto definir al PSOE como el partido de la renovación constante, cuando parece que se refiera a otro recetario para sus pastillitas de la tensión; y ahora, recién comenzada la campaña, lo hemos visto también afirmar que se siente “como un chiquillo con zapatos nuevos”. Estas cosas de viejo con hula-hop, de viejo discotequero, como si fuera Paco Martínez Soria, resultan obscenas igual que Castro haciendo gimnasia. Es la lucha contra la realidad y contra el tiempo de un régimen apergaminado que quiere bañarse en sangre joven y en saunas de propaganda pero no puede disimular su decrepitud un poco vampírica. Un chiquillo con zapatos nuevos, así se ve Chaves, quizá con Andalucía como su pony, como su larguísimo cumpleaños emplatado, imagen triste como la locura de una actriz vieja y acabada que se maquilla y sueña. La crónica de Canal Sur terminaba con una toma del autobús de campaña del PSOE. Lo han estampado con una gigantesca foto de Chaves rodeado de niños, como una ilustración de testigos de Jehová. Quedaba entre Fausto y Dorian Gray, con su contrato antinatural y su pústulas por dentro.
Enseñanzas. Algunas enseñanzas del segundo debate sectorial en Canal 2 Andalucía, sobre economía, empleo y sociedad de la información. A saber: que sonaba a burla verlo competir en horario con Juan y Medio, que todos los asistentes eran bastante previsibles y tenían poca garra, que el consejero Griñán se aliña los números, que Antonio Sanz no manejó bien los suyos como si pincharan, que un zapato pegado en la solapa hace que los representantes de CA parezcan una viñeta de Mortadelo y que, desde luego, los del PP no se disuelven bajo los focos de Canal Sur ni caen entre estertores por ningún vudú.
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