
Dicen que es recurso facha la crítica global a la corrupción de los partidos, pero a mí no me vale eso como argumento. El demócrata y el facha pueden incluso coincidir un día en el mismo cabreo, pero nunca en los mismos objetivos, y eso es lo que importa. Que los conseguidores, los comisionistas, los urdidores, pasean de los despachos de la Administración a los negocios; que el tráfico de influencias, el clientelismo, el amigoteo, el contrato a dedo, el rebañamiento, el pellizco al presupuesto y la comandita marisquera, todo eso gobierna y enmierda la vida pública, no es tópico sino realidad. Que nuestros tribunales, leyes y fiscalías no sirven para remediarlo, también. Ahora nos damos cuenta de que los cohechos y prevaricaciones requieren mentalismo o adivinación de los jueces, de que con la misma ley las anchoas de Revilla y los trajes de Camps pueden ser a la vez delito, no delito, “a-delito” o lo que sea que se inventen, según el evangelio o la inspiración legal a que se acojan. Chaves y su hija seguro que también pueden conceder y negociar millones nuestros durante sus sobremesas y escapar luego por la gatera de la teología judicial. Como en la historia o la religión, se diría que todo está pensado para que se pueda defender cualquier cosa y su contrario con el mismo libro y la misma fuerza, para que al final una casta casi sacerdotal decida arbitrariamente según el poder al que sirve y todavía diga muy alto: “Está escrito”. El mar nos devuelve ahora la sangre cuajada de nuestro mundo sucio junto con culos como calaveras, y creo que sólo hay sitio ya para el asco o el nihilismo. No arrojaremos a ese mar a los políticos y a los ropones. Seguiremos pensando que esto es una democracia mientras el verano nos apuñala como a delfines.
No hay comentarios:
Publicar un comentario