
Dios contra la gripe. Imaginé un combate entre rezos y virus, exorcismos para la asepsia e inyecciones de agua bendita, cuando en las noticias de Canal Sur dijeron que la Iglesia meditaba medidas contra la gripe A en Andalucía. Recuerdo que cuando yo enfermaba de pequeño mi madre ponía antes que nada en la mesilla una foto de Fray Leopoldo de Alpandeire, un poco enfermo él mismo de santidad y barbas, con una reliquia (un trozo de su hábito, creo) que yo rascaba porque me parecía una postilla. Era la de mi madre una fe que suplantaba al médico, iluminaba las pastillas y me comulgaba las bacterias, así que no me extrañó que aquí, donde los Cristos ayudan a rematar de cabeza a los delanteros o a saltar a los banderilleros, las diócesis andaluzas tomaran el atajo de Dios contra la pandemia. Pero no, se referían sólo a medidas higiénicas a la hora de que los fieles acudieran a besar los pies de sus santos, los puñales de sus Vírgenes y las palomas de su Eucaristía. En Toledo ya habían distanciado el poder de Dios de sus medallas, quizá porque entienden que Él no necesita contacto ni saliva para actuar, pero al parecer aquí en Andalucía tomamos las cosas con más precaución. Quizá aquí las bendiciones necesitan un dedo o unos labios para despertarse, quizá el Dios de Andalucía vive sólo en los encajes, así que informaban de que en Sevilla el besamanos de la Virgen de los Reyes se iba a realizar “sin cambios” y que en Huelva “los párrocos creen que hay que tomar precauciones, pero sin llegar a medidas tan drásticas como las adoptadas en Toledo”. En Andalucía no podemos dejar a los fieles sin comerse a sus dioses (aquí hasta la religión llega por el hambre), ni prohibir que los lleven con imperdibles en la carne o en la faja. Ya ven que a Cayetano Rivera, en Málaga, le han regalado un capote de paseo con la Virgen del lugar bordada, pues esto de Dios o sus ayudantes funciona como una manta, de pelo a pelo (por cierto, vaya muestra rancia de nacionalcatolicismo a lo Enciclopedia Álvarez; a ver qué hacen cuando gane el capote un toreo ateo -¿los hay?-). En fin, los virus contra los dioses o contra la santa madera... Viendo la noticia me acordé de la peste del medievo, cuando la gente se amontonaba en las iglesias para rezar y la enfermedad, lejos de amilanarse, se extendía con el aleteo inútil de la religión. Éstos del Obispado de Toledo deben de ser un poco herejes, mira que quitarle a la gente el tacto de Dios y sus vasijas... Menos mal que queda Andalucía. Aquí preferimos coger esta gripe cochina antes que renunciar a que Dios mismo nos acaricie la piel como si lo pintara Miguel Ángel.
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