31 de agosto de 2009

Somos Zapping 9/08/2009

Establos y bicis. Todo el programa exhaló una peste como a vaquería y pensé que quizá ése es el olor de las “modernizaciones” andaluzas, eso que Roberto Sánchez Benítez, el presentador que parece un payaso de Micolor, llama “innovación” poniendo siempre la tilde con el dedito o el ojo guiñado. Tecnópolis cada vez se parece más a esos anuncios rústicos de fabadas o chacinas con sus viejitos con lebrillo, su ganado besando a los dueños y sus herrerías de matanza. Claro que ellos lo llaman “desarrollo sostenible”, que es la bobada que les queda cuando la ciencia, la investigación y la tecnología tienen en Andalucía el tamaño de sus nanómetros. Según este patrón, el más moderno, el más innovador, el más vivo ejemplo de “desarrollo sostenible” y “apuesta de futuro” sería el abuelo de Heidi. El programa del pasado domingo fue, en este sentido, paradigmático. Empezaron con la cría de caballos y toros, sus faenas mamporreras, su ambiente de moscas, todo ese vértigo modernizador de la paja y los cagajones. Qué audacia la de la innovación andaluza, criar caballos y toros... Pero, vaya, es que usan inseminación artificial (“reproducción artificial”, decían en el reportaje, dándole a la cosa aire de Huxley). Teniendo en cuenta que la primera inseminación artificial con éxito de un caballo fue en 1922, desde luego estamos en vanguardia. Por si teníamos poca modernidad con eso, el programa nos lleva luego por el Cabo de Gata para ver cómo la innovación andaluza casi alcanza las estrellas organizando excursiones en bicicleta. “Turismo activo”, llaman ahora a pasear en bici, y no se tiene noticia de un avance tecnológico semejante desde el botijo, por lo menos. Pero qué podíamos esperar si una de las primeras estampas que nos regalaba el reportaje era la de dos mujeres lavando ropa a mano en un lavadero público, como mozas de la Finojosa (¿será eso “lavar sosteniblemente”?). Cuando ya estaba uno mareado de tanta innovación, nos presentan nada menos que un alojamiento rural, especie de aljibe o tumba fenicia donde dormir. Después de eso, creo que sólo nos queda conseguir la teletransportación. Pero no se vayan todavía, aún hay más, como decía Super Ratón (el original o esa versión nuestra que es Sánchez Benítez). Sí, porque como ejemplo de desarrollo sostenible y novedosa intrepidez nos muestran... la pesca. Sí, la tradicional, la del barquito con sus aparejos y cubazos, esa cosa albertiana que les debe parecer astronáutica. Bueno, también nos enseñaron una piscifactoría, apenas un redil en el mismo mar, pero la acuicultura tampoco es que sea el último descubrimiento. Y el colofón: llevarnos a Villafranca de Córdoba a montar en burro por los caminos. Toda la tecnología borriquera en su esplendor. Pues ésta es la Tecnópolis en la que vivimos. Establos, bicis, burros, casas rurales, pescadores con resol y mujeres con jabón verde. Roberto Sánchez Benítez debería presentar el programa con escafandra.


Pa que te rías. Las videoteces de Pa que te rías, programa que ya viene con salivazo en el nombre, no dejarían de ser un inocuo divertimento (las bromas de cámara oculta están tomadas de Just for laughs, producción canadiense con cierto ingenio a veces), si no tuviéramos que aguantar la engorrosa presencia de Carmen Janeiro y Eduardo Banderas sublimando la patochada. Ella se diría que lucha por que no se le caiga el cerebro y a él parece que le pica algo constantemente, así que su intento de humor deja algo así como la sensación de una lobotomía urticante. Sus parodias, entre el jardín de infancia y la borrachera, entre la jaula de monos y la sesión de electroshock, dan ganas de hacerles tragar el guión escrito en cartulinas. Los dos sobran como sus mojigangas.


Estreno. Barenboim ya está aquí y hace en las noticias de Canal Sur sinfonías concertantes con el poder. Aun así, sigo pensando que es un lujazo y que él no tiene la culpa de que se reúnan a su alrededor todo el roneo político y todos los cursis de palco y gañote. Les recomiendo que busquen en la cadena Mezzo sus clases magistrales de las sonatas para piano de Beethoven. No hay dinero en el mundo para pagar ese genio y ese conocimiento. Otra cosa es que nosotros podamos permitirnos ese lujo. De cualquier forma, es un lujo que en Canal Sur deberían tratar con algo más de mesura. El otro día, enfervorizados, dijeron que Barenboim nos traía el “estreno mundial” del Fidelio de Beethoven. Hombre, mundial, mundial, no... Fidelio se estrenó, en su versión definitiva, en 1814, en Viena. Creo que ni la Junta puede cambiar eso.

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