Paul. Escribo antes del partido, así que no sé si cuando lean esto España gozará por la gloria o por la tragedia (gozamos de las dos maneras, ésa es nuestra enfermedad). En cualquier caso, nos abrigará ese consuelo de pobre, un poco brasileño, que ofrece el deporte como escapatoria o sustituto de una vida que pocas veces nos deja ser héroes de forma tan absoluta. Este mundial épico, aglutinador, simbólico y a ratos insufrible, puede poner a una reina a saludar a un tío en toalla, puede hacer patria hasta en los castillos enemigos y puede descubrir que nos gustamos en la pasión y en la necedad, vitoreando a un delantero que nos presta las piernas o a un pulpo que nos presta el cerebro. El pulpo Paul quizá ha triunfado porque, igual que la gente, se desparrama sobre las banderas por instinto o por viscosidad y hace de un movimiento ciego y aleatorio (las patrias lo son) intención, necesidad, destino. O, simplemente, porque la estupidez humana, siendo una constante universal, tiende a manifestarse con más fuerza en los momentos de crisis e incertidumbre. El pulpo Paul no es un recién llegado, ya nos acompaña desde las cavernas. Aunque agigantado por los medios, por las televisiones, daba más miedo: ese mejillón que se comía parecía nuestra inteligencia sorbida. Cómo no, Canal Sur, espejo y lupa de toda imbecilidad posible, también puso al pulpo de marras a abrir su informativo, con el agravante de que aún le quisieron dar explicación o excusa, cosa que parecía que elevaba al cuadrado la idiotez del asunto: “Evidentemente, no hay ninguna explicación científica a esta superstición, pero lo cierto es que durante todo el mundial, cada vez que se le ha hecho esta prueba al pulpo Paul, ha acertado en sus predicciones”. Ni Iker Jiménez hubiera encontrado de forma tan brillante el sentido del sinsentido, ni descrito con tanta propiedad el
post hoc ergo propter hoc de los débiles de mente. Pero aún más divertido fue lo que ocurrió después. Tras la larga cabecera de noticias deportivas, la presentadora nos sorprendió con esto: “Según el pulpo Paul, España vencerá, y el presidente de la Junta comparte el pronóstico”. Efectivamente, enseguida apareció Griñán afirmando: “Yo coincido con el pulpo”. Es para meditarlo, porque no sé si nos querían decir que Griñán es precognoscente, o al menos está aliado con esos poderes, conectado o hermanado con las razas de bichos adivinos; o quizá que Griñán se fía de lo que diga un pulpo, o que cree en las mancias de ultramarinos, o que comparte sus métodos. ¿Habrá visto Griñán el futuro de Andalucía también en un mejillón? Me lo imagino en los consejos de gobierno, o en la soledad de su despacho, tomando las decisiones por el sistema de deslizarse invertebradamente sobre varios platos de moluscos y elegir uno según el olor o el color o el capricho o la marea... “Yo coincido con el pulpo”... ¿Coincide en confiar el futuro a los calamares, o en planearlo como ellos, o en hacer política sin huesos y sin forma, todo manos hambrientas y cabeza llena de agua, decidiendo a voleo y otorgándole a eso calidad de superpoder o sabiduría? Yo preferiría tener un presidente que no coincidiera con los pulpos. Pero ya vemos cómo el pueblo elige a sus héroes, videntes, gurús y preclaros salvadores.
Himnos. Ni las vuvuzelas, trompetas de plástico de siempre con nombre zulú; ni Shakira, percutiéndose las caderas y haciendo, como la pantera que es, un África de su cuerpo y su voz... No, nada de esto ha sido el verdadero sonido del mundial. Ha sido, claro, el himno que ha compuesto para el evento Miki Rodríguez, de Canal Fiesta Radio. ¿Es que no lo han escuchado? Pues se han perdido lo mejor. Sí, porque el chaval ha convocado en estilo y en presencia a toda esa morralla del flamenqueo juvenil quejumbroso de guitarrilla floja y escuela perdida que ellos han convertido en modelo para la nueva generación de andaluces. El bodrio se titula “La fuerza de la unión” y es como un “We are the world” que hubieran patrocinado Andy y Lucas (ellos no están, pero sí otros iguales o parecidos). Fútbol y flamenkito botellonero, vaya calimocho. Si digo que esta cancioncita merece ser el purísimo sonido del mundial africano es porque, viendo el vídeo, daban ganas de arrojarlos a los leones.
Los huevos de Jesulín. El nuevo programa piscinero de Roberto Sánchez Benítez, Ponte a punto, sobre salud veraniega y abrir sandías, se echó a perder con la primera imagen, la de Jesulín de Ubrique en su cocina diciendo esto: “Me pillas en plena faena, aquí comiéndome un par de huevos fritos (...). Así que si quieres ponerte, ponte a punto, aquí comiéndote huevos conmigo...”. Ya tengo fatiguita para todo el verano.
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