10 de octubre de 2011

Hoy viernes: Eternamente (16/09/2011)

Chaves seguirá, como seguirán otros muchos hasta que un bedel funcionario les haga la mortaja con las grapas del presupuesto, algún día. El raro es el que se va, se retira, se suicida o se hace monje o pescador olvidando entre escudillas lo que fue. Bono ya era como un coronel jubilado antes aún de hacerse a un lado para que pasara este PSOE en retirada que parece lo de Dunkerque. Coronel o quizá cura de regimiento, haciendo política de homilías, regañinas y apariciones, estando en la guerra sin estar del todo, pero con presencia venerable, sentenciosa y admonitoria. Ahora se marcha como con toda la sacristía de sus faldones y su voz a cuestas, con cierta dignidad de irse a cuidar ovejas después de haber sido pastor de hombres. La política está llena de gente de otro tiempo, pero hay quien termina dándose cuenta y hay quien no. A Zapatero, por su parte, lo despidieron en el Senado como en el entierro de una novia joven. Ha sido un político breve, romántico, enamoradizo, trágico, uno de esos políticos de romancero o copla que de vez en cuando da España. Es cierto que le tocó la peor crisis de la reciente historia de este país, pero también que decidió enfrentarse a ella emporrado y lo confió todo a la magia de los zahoríes y al tintineo de crótalos de las vestales. Fue un orientalista entre mercaderes y un colibrí entre caimanes. No dejaba de equivocarse dulcemente y un presidente no puede permitirse eso de sólo sonreír ante los cadáveres. No se va por cansancio, ni porque lo llame el Nirvana o la rueca de hilar, sino por necrosis. El país se moría con él.

Ajeno a los desastres y a la última dignidad de saber irse, Chaves seguirá. La eternidad es su oficio y su excusa, como ocurre con los dioses. Otros políticos con misión cumplida o caducada o fracasada hacen el hatillo, se van a escuchar a los pájaros, a plantar vides o a reescribirse su biografía para poder dormir bien. Pero Chaves no tenía misión sino destino, es de esos hombres que están esculpidos en su caballo como los reyes en sus monedas. Chaves ya no tiene otra cosa que su cementerio, pero ese cementerio es su vida, igual que para los ángeles que habitan entre las tumbas como gatos. Otros políticos se harán la última pagoda en un pazo, en un riachuelo o en una buhardilla. Chaves se la hará en la política, a menos que los escándalos le obliguen a decir adiós como un mortal. Hoy, con despedidas retumbando, con muertos y desahuciados que se cruzan, he puesto La canción de la Tierra de Mahler, donde está uno de los más bellos adioses de la música, un adiós a toda la vida. Se lo dedico a Chaves, que se queda. “Por todas partes y eternamente resplandece de azul la lejanía. Eternamente... eternamente...”.

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