20 de junio de 2013

Somos Zapping: Ada Colau y el malo de Batman (17/06/2013)


Dando lecciones. Hay que ver la última de Batman aunque sea sólo para oír al nuevo malo hacer discursos que parecen de Ada Colau o Alberto Garzón. Atiendan a su llamamiento a que el pueblo recupere el poder, mientras respira odio por esa máscara hecha de candados y todo arde a su alrededor. En Pido la palabra, donde por fin han hablado de desahucios y banqueros (ejem), invitaron a la lideresa de lo evidente con el puño americano de lo innecesario, que eso es Ada Colau. Ada Colau confunde las ideas con los procedimientos y eso es peligroso porque la ética es elegir procedimientos. Por eso no me gusta esta señora, que además tiene una concepción vaqueriza de la democracia, es de las de ‘conmigo o contra mí’ y habla así como en lenguas, siempre recitando rapidísimo su catecismo. Tiene cierta razón allá en el fondo, pero el fin no justifica los medios ni la democracia se pone de fiesta con las llamas. Por cierto, el público preguntador terminó gritando “¡sí se puede!”, con aire como legionario. También llevaron a José Manuel Gómez Benítez, vocal del CGPJ, para que diera lecciones de independencia en la Justicia. Entre jueces estrella y fiscales escorados, sólo se mencionó al PP. Pero, sobre todo, a nadie le pareció relevante informar de que Gómez Benítez fue propuesto para su puesto por el PSOE. Sabiendo esto, sus lecciones sobre independencia hubiesen sonado con otra autoridad.


Carrera de 13 años. Daba ternura Valderas, despidiéndose de su cargo como coordinador de IU con esa pinta suya como de árbitro que se retira. Y más aún que, en la entrevista que le hacía Mabel Mata, dijera que esos 13 años habían sido como una “carrera universitaria”, como un “máster”. Sí que le cuesta lo de estudiar, sí. Lo que no causó ternura, sino estupor, fue que en otra entrevista a los líderes andaluces de UGT y CCOO, Francisco Fernández y Francisco Carbonero, se les pusiera por delante lo que la Guardia Civil les está sacando en los ERE y ellos terminaran hablando del “acoso por parte de ciertos medios de la derecha más rancia”, y de que todo venía “porque el PP no gobierna en Andalucía”. Nadie puso ni un pero a ese brillante razonamiento, digno de una carrera de 13 años por lo menos.


El barullo griego. Veo a los griegos manifestarse por el cierre de su radiotelevisión pública y no me imagino a los españoles en la calle siquiera por quedarse sin Mariló Montero, sublime diosa del patinazo y de las almendras en la boca y en los ojos. En Andalucía quizá sería otra cosa. Canal Sur sustenta a nonainos, folclóricos, chistosos y mellados que tendrían que volver a sus peñas, verbenas y bingos. También alimenta el ego de los pueblos sacando su charcutería o sus azulejados y la gente dejaría de sentirse importante por ver a Rafael Cremades montarse en sus borriquillos o así. Pero no creo que hubiera una revolución por quedarnos sin Canal Sur. Sin embargo, en Grecia sí tienen conciencia de la importancia de los medios públicos. ¿O no? ¿O es más bien porque en Grecia es la televisión pública la que retransmite la liga de fútbol, la Champions, la Euroliga o la Fórmula 1? Ah, ahora se entiende mejor el barullo, ¿verdad? Ahí duele el servicio público.


Spa para Canal Sur. Casualmente, el Consejo Audiovisual de Andalucía, esa especie de clínica Buchinger construida para desarrugar, enjabonar y masajear a Canal Sur, sus  cojeras y bizqueras, ha organizado unas jornadas sobre los medios públicos y su valor. Valiosos son, sobre todo, para los que viven de ellos. Para el resto de la ciudadanía, son más una babosa cerebral que otra cosa, pese a que en las noticias hablaran de “la importancia de los medios públicos para garantizar los valores democráticos y el pluralismo social”. Eso, a lo mejor en la BBC, o por Escandinavia, donde son civilizados. Aquí, la verdad, todos los medios públicos son medios de partido. Inés Alba, directora de Canal Sur Radio, declaraba a las cámaras que se “garantiza por ley y con órganos de control pertinentes que haya pluralidad”. La sacaban entre fuentes que daban ganas de mearse de risa.

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