Dando
lecciones. Hay que ver la última de Batman aunque
sea sólo para oír al nuevo malo hacer discursos que parecen de Ada Colau o Alberto
Garzón. Atiendan a su llamamiento a que el pueblo recupere el poder, mientras
respira odio por esa máscara hecha de candados y todo arde a su alrededor. En Pido la palabra, donde por fin han
hablado de desahucios y banqueros (ejem), invitaron a la lideresa de lo
evidente con el puño americano de lo innecesario, que eso es Ada Colau. Ada
Colau confunde las ideas con los procedimientos y eso es peligroso porque la
ética es elegir procedimientos. Por eso no me gusta esta señora, que además tiene
una concepción vaqueriza de la democracia, es de las de ‘conmigo o contra mí’ y
habla así como en lenguas, siempre recitando rapidísimo su catecismo. Tiene
cierta razón allá en el fondo, pero el fin no justifica los medios ni la
democracia se pone de fiesta con las llamas. Por cierto, el público preguntador
terminó gritando “¡sí se puede!”, con aire como legionario. También llevaron a
José Manuel Gómez Benítez, vocal del CGPJ, para que diera lecciones de
independencia en la Justicia. Entre jueces estrella y fiscales escorados, sólo
se mencionó al PP. Pero, sobre todo, a nadie le pareció relevante informar de
que Gómez Benítez fue propuesto para su puesto por el PSOE. Sabiendo esto, sus
lecciones sobre independencia hubiesen sonado con otra autoridad.
Carrera
de 13 años. Daba ternura Valderas, despidiéndose
de su cargo como coordinador de IU con esa pinta suya como de árbitro que se
retira. Y más aún que, en la entrevista que le hacía Mabel Mata, dijera que
esos 13 años habían sido como una “carrera universitaria”, como un “máster”. Sí
que le cuesta lo de estudiar, sí. Lo que no causó ternura, sino estupor, fue
que en otra entrevista a los líderes andaluces de UGT y CCOO, Francisco
Fernández y Francisco Carbonero, se les pusiera por delante lo que la Guardia
Civil les está sacando en los ERE y ellos terminaran hablando del “acoso por
parte de ciertos medios de la derecha más rancia”, y de que todo venía “porque
el PP no gobierna en Andalucía”. Nadie puso ni un pero a ese brillante
razonamiento, digno de una carrera de 13 años por lo menos.
El
barullo griego. Veo a los griegos manifestarse
por el cierre de su radiotelevisión pública y no me imagino a los españoles en
la calle siquiera por quedarse sin Mariló Montero, sublime diosa del patinazo y
de las almendras en la boca y en los ojos. En Andalucía quizá sería otra cosa.
Canal Sur sustenta a nonainos, folclóricos, chistosos y mellados que tendrían
que volver a sus peñas, verbenas y bingos. También alimenta el ego de los
pueblos sacando su charcutería o sus azulejados y la gente dejaría de sentirse
importante por ver a Rafael Cremades montarse en sus borriquillos o así. Pero
no creo que hubiera una revolución por quedarnos sin Canal Sur. Sin embargo, en
Grecia sí tienen conciencia de la importancia de los medios públicos. ¿O no? ¿O
es más bien porque en Grecia es la televisión pública la que retransmite la
liga de fútbol, la Champions, la Euroliga o la Fórmula 1? Ah, ahora se entiende
mejor el barullo, ¿verdad? Ahí duele el servicio público.
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