Más
arriba. Siguen rodando los ERE por las
televisiones nacionales, aunque todavía son los carretilleros, los mensacas,
los colilleros, los banderilleros, mientras esperamos a los jefes. Juan
Francisco Algarín estuvo en El gran
debate de Telecinco para contar lo mismo que en EL MUNDO, pero con el
ambiente de peluquería del programa. O sea, que llevaba el dinero como
papelones de churros a Juan Lanzas, y que en esos bares o retretes lo veía con
gente del PSOE (un “secretario general” del partido en Sevilla y alguien “de la
Junta”). De todas formas, él cree que todo se pensó “más arriba”. Para mí, es
un hecho, lo he dicho muchas veces. El origen de todo, los convenios de las
consejerías con IFA/IDEA, no tienen ningún sentido a menos que el objetivo
fuera saltarse los controles y convertir las ayudas en un reparto arbitrario de
dinero público. Esos acuerdos entre consejerías y agencias instrumentales de la
Junta no salen de un director general ni de su quiosquero, ni siquiera de un
consejero. Es imposible que decidieran eso por su cuenta sin que nadie por
arriba planeara o consintiera ese peligroso y jugoso cajón abierto. Ése es el
meollo. Jordi González lo llamaba “trama pestilente”, “asqueroso caso de los
ERE” y hubo hasta comparaciones bandoleras. Pero aún tenemos sólo a barberillos,
cantineros y pelagatos. Los “señores del sur”, las grandes equis del mangazo, se
diluyen en la estrategia del “y tú más” como ya vimos en la tertulia del
programa, con ese Antonio Carmona, Espinete que pone el PSOE para estas cosas.
La gente se dedica a calcular cuántas “vacas asadas” corresponden al dinero de
los ERE, Gürtel o Bárcenas, y así la merienda con payasos no termina nunca.
Hasta que el personal empiece a cantar y la Guardia Civil a coger matrículas de
los peces gordos.
De
otro planeta. A Rosa Díez la entrevistaron en la
tertulia de Mabel Mata un poco como a un alien, una especie de mutante política
a la que se empeñan en situar en ambigüedades ideológicas (“su indefinición”, dijo
la presentadora), y a la que le preguntan si se va a comer las autonomías. “Usted
era de izquierdas”, le dijo Mabel Mata (¡!). Díez se definió como una
“socialdemócrata clásica”, cosa que aquí no se entiende. El PSOE fue chaquetero
desde la transición, comodón en sus baronías y bobalicón con Zapatero. Una
socialdemocracia reformista, que plantee listas desbloqueadas y un federalismo
factible e igualitario, que pueda hablar de la res publica (Díez mencionó el término tal cual) entendiendo su
sentido e importancia, parece algo grecorromano en muestra política de comedero
y santería. Le preguntaron por las televisiones autonómicas y dijo que las
cerraría antes que un hospital. Y que sabía que “muchas veces la información
pública no es independiente”. Román Orozco, hijo puro del sistema, le replicó
que “no es ésa la opinión de los expertos” y ella lo fulminó así: “Hay expertos
para todo, porque entre otras cosas a los expertos también se les paga”. Con lo
que tenemos aquí, UPyD parece un partido de otro planeta. Y se agradece.
Lo
indefendible. Admiro el talento de Wyoming pero
hacía tiempo que no lo veía tan forzado, tan empujado fuera de su silla, con la
gracia como una dentadura postiza suelta. Es que es difícil defender como
gloria el fracaso y la vergüenza de que la Junta tenga, en estos tiempos, que
repartir chuscos a niños que no tienen para comer. Y menos, haciendo una ronda
por la “TDT Party” por criticar las absurdas ayudas de la Junta a la “redigitalización
del cine cubano” (1 millón) o “la mejora de la estética” de una playa en El
Salvador (3 millones). Wyoming se tuvo que ir al pico de la mesa y soltar, muy
serio, que “lo que no sabemos, porque no hablan de ello, es lo que opinan sobre
lo que es noticia esta semana, el Plan Contra la Exclusión en centros escolares
andaluces”. Como si fuera Mario Jiménez. Creo que nunca lo había visto con los
tirantes tan caídos ni la gracia como en salmuera. Ni un talento como él puede
hacer sátira con lo indefendible y lo lastimoso. Ni evitar que se le noten las
tuercas apretadas al intentarlo.
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