Ahora que la política andaluza es un Vaticano y hasta hemos visto a Chaves en una iglesia de Antequera con el barroco detrás como el oro en llamas que apilan los ángeles, otros reinos de Dios y otros llaveros del Cielo nos alcanzan. El poder temporal de Chaves es eterno, el poder eterno de Chaves (cierta teología de cierta izquierda) tiene aquí sus escaleras. Es un logro como carolingio que ha superado el intento de los papas con espada y de los emperadores con Pantocrátor. El poder temporal eterno, el poder eterno descendido a sus pies como un armiño. Burocracia de partido y un como tomismo de su izquierda que lo corona sagradamente. En ese trono ya no caben más alas, más mandorlas, más globos del mundo, más garras de águila. Reunidos Cielo y Tierra como en una cajita que acaba de cerrar, Chaves podrá contemplar la eternidad como lo que es, la simultaneidad de todo lo pasado y lo futuro. Quizá no hay mejor descripción de ésta su Andalucía.
Mal vamos cuando la política toma ese tamaño celestial y va siendo cosa de la eternidad y el estatismo de los santos. Chaves se hereda a sí mismo, unigénito de su cargo, y su política sirve para ser leída en todos los siglos como la Biblia. Los primeros dioses no lo eran por demiurgos ni todopoderosos, que eso es un invento de las sombras chinescas platónicas y de la mala lógica de Aristóteles, que apiñaron los escolásticos. No, los primeros dioses lo eran por inmortales, aunque siguieran teniendo cuerpo de lancero y sexo de ganado. Ningún político debería llegar a tener ese tamaño insoportable de la inmortalidad, pero Chaves está en eso, se empeña en eso, se define con eso. No es vejez, no se trata de cómo andan los alambres de sus piernas, no es que pueda o no con la techumbre de su partido y de la Autonomía. Es la inmoralidad que supone la condición de inmortal. Por eso, aun inmortales, también los dioses acababan y ya cayó el Valhala por una cuestión de pagos atrasados, recuerden. La mitología, donde ya están todas las metáforas, nos enseña que ni los dioses duran siempre porque la inmortalidad se opone al fundamento de la Naturaleza, que es el ciclo continuo de la vida y la muerte. De ahí que siga obligando a los dioses a morir y nacer con las estaciones.
No hay poder eterno, en realidad. Hasta los reinos con fundamento divino se derrumban. Todo es gloria vana y el poder, aun unido a la yunta de los dioses, será siempre un reloj de arena. Fracasaron todos los imperios que pretendieron juntar en la tierra el cielo con los palacios, y Chaves no da para un dios, ni siquiera para un rey, que también los reyes caen por la gota o por el pueblo. Cuando en la Iglesia hablaban de poder temporal contrapuesto a poder espiritual, sabían que eran la misma cosa. Pero a aquel dios rey que hicieron con eso todavía lo asesina el pueblo cada año, todavía necesita asesinarlo cada año. Con un político es más fácil. Que no se crean eternos.
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