Sobrados. A Solbes tampoco le contestaron en Canal Sur, pero, eso sí, se encargaron de que, antes que nada, en la noticia se notara que aquí andamos sobrados de dinero, mostrándonos una mesa bien puesta de cacharritos: “Los miembros del Gobierno [andaluz] han comenzado el curso político con novedades sobre la mesa. Estrenan equipos informáticos de última generación y en sus pantallas destacaba el texto de la futura Ley de Vivienda...”. Los equipos no eran más que tablet PCs puestos de pie, que los que se atrevían tocaban con cara de calambre, pero al andaluz lo mismo le convencían de que si hay pasta para montar el puente de mando del Enterprise, las antiguas casas de ladrillo son nada. Si hasta van a terminar de aquí al 2012 con la infravivienda... Cómo lo harán, es el misterio. Yo creo que ni desmantelando Canal Sur sacarían suficiente. En fin, ojalá sean capaces. Pero ya iremos viendo en qué se quedan estas intenciones tan bien traídas en fecha y modo, ahora que los políticos se van vistiendo de hada madrina o de Pinocho, que el caso es soltar el cuento. Quién sabe, puede que pongan a los andaluces más pobres a habitar las caracolas con las que tan extrañamente modernizaron los colegios. Si es que la dignidad, en la vivienda o en lo que sea, es sólo cuestión de actitud...
Chaves chupón. Épica y cámaras, cómo no se van a acercar los políticos al Eurobasket, para rozarse con la gloria ajena y chupar plano igual que Papaloukas chupa balón. “Chupón”, eso le diría Andrés Montes a Chaves. No pude evitar sonreír cuando Susana Guasch se acercó a nuestro presidente en Sevilla para decirle que debía de ser muy aficionado al baloncesto, porque no se perdía un partido. Lo que no se pierde es un palco ni una posturita, que es diferente. Claro que lo que le explicó él fue que de joven jugó al baloncesto. De camino, quedaba también como aupador de los jugadores andaluces de la selección. Así se demuestra la altura de nuestra Autonomía.
La tajada del dolor. Ya lo hizo con la muerte de Antonio Puerta y lo ha repetido con la tragedia de los pescadores de Barbate. Es la renta que da el morbo de la lastimita. María del Monte se llevó toda una hora moviendo la cabeza, mordiéndose los labios, respirando hondo, fingiéndose viuda. Una hora entrevistando a los supervivientes del naufragio, preguntándoles los detalles de sus ahogos, rebuscando escabrosamente en el dolor, sonsacando la pena, deseando las lágrimas. Pero, claro, con publicidad entremetida. Repugnante. “No sé cómo salí de allí”, decía uno. “Pues porque estaba de Dios, José, no hay cosas que se puedan explicar (sic)”, le contestó ella. Lo que no se puede explicar es el desparpajo con el que algunos sacan tajada del dolor y de la muerte, y encima van de consoladores y elegíacos.
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