26 de septiembre de 2008

Los días persiguiéndose: Andalucía, nada (25/09/2008)

Mientras el PP andaluz hacía en Córdoba su congreso de sueños marineros, en Madrid, Esperanza Aguirre hacía el suyo entre el karaoke y la bolera americana. Esperanza Aguirre es la ambición rubia a lo español, un poco lo que comentábamos de Madonna la semana pasada, inteligencia y fuerza de mujer superviviente, guerrera, con algo de dominatriz para cierto tipo de machos amenazados o desplazados. Con dudas, yo soy más de Gallardón, del que ya he dicho que, o bien es un político verdaderamente excepcional, o el más hábil de los tramposos. De todas formas, una fiera de la política, más seductor y más prestidigitador que Aguirre, más látigo de seda que guantelete de hierro, más veneno en el vino que en las flechas. Pero aun tratándose de dos candidatos a suceder a Rajoy (hay quien sólo piensa en él en pasado), fue significativo que a los titulares nacionales llegara incluso que Esperanza Aguirre había subido a su gloria con la canción Mamma mia, mientras que los tambores agitanados de Arenas parecía que sólo ocurrían en una cocinilla de este país, que eran algo montado para el servicio, para los pelagansos y lavanderos de una política menor. Pensé que, de nuevo, Andalucía era pequeña o invisible en España. Contaba más el pinchadiscos que ponían en Madrid que el asalto a las Tullerías que se planeaba en Córdoba.

Lo dicen cada vez que hay elecciones, que Andalucía es un granero de votos, pero parece que la nuestra es una pesantez temporera y una cosecha que se pudre pronto o se llevan en el pico el viento o los pajarracos. Me refiero a esa contradicción que existe entre nuestro gran tamaño y lo poco que representamos políticamente en España, que al final deja el peso de ese granero en un montón de cáscaras. Creo que esto es así porque nuestros gobernantes autonómicos sólo tiene dos actitudes. La primera, cuando a España la gobierna el PP, es la confrontación; estrategia de no conseguir nada para echarles la culpa luego en las siguientes elecciones. La segunda, cuando el gobierno es “amigo”, lacayismo y entrega a los intereses de ese gobierno, aunque se opongan a los de Andalucía. En cualquier caso, sumisión a la conveniencia partidista del PSOE. Andalucía no cuenta ahora porque su voz es una reverberación del gobierno de Zapatero y, cuando mandaba el PP, era sólo una llorera que sacaba beneficios electorales de cada cosa que iba mal (otra vez eso de “cuanto peor, mejor”). Comparen a los socialistas andaluces con los catalanes, a ver si Montilla refrena sus reivindicaciones para no hacerle feos a Zapatero o emborronarle sus cuentas de ratoncito a Solbes. Pero aquí la deuda histórica vuelve a guardarse en el cajón y en el sudoku del dinero somos los últimos de la fila.

Nos han hecho mudos, invisibles, laterales, apenas un calzo que el PSOE coloca en su mapa para que no se le termine de descolgar todo, algo como su criado enorme y bobo, su pachón grande y pulgoso. En la política nacional no tenemos voz, intención, discurso, presencia; de los medios recibimos ninguneo y del país, lastimita. Por eso lo que canten en la comunidad de Madrid será siempre más importante que lo que hambreemos o luchemos en Andalucía. Somos como un gigante talado, como un gran apellido arruinado, como un muñón que se arrastra, tamaño sin fuerza, no más que sombra y peso muerto. En España nos asignan el sitio de la leña, nos mandan entrar por la puerta del lechero. Alguien se ido ha encargando de que sea así. Han conseguido que no seamos nada, y los siguen votando.

1 comentario:

yinyang mason dijo...

"Comparen a los socialistas andaluces con los catalanes". Pues sí, pues es verdad. Pero, Luis, ¿qué pasará con el granero de votos de Andalucía cuando aquí las autonómicas las gane el PP?, ¿lo harán alguna vez?