Tarde original. No me extraña que Juan y Medio se lleve 60.000 eurazos al mes, o al menos eso decía este periódico. Su originalidad lo merece. Nunca había conocido la televisión lo que este hombre nos trae ahora en las tardes. Creíamos que todo lo basaba en su postura de paraguas, en sacar gracietas de larguirucho, pero concebir este formato, discurrir esta osadía, lo hace ya uno de los grandes. Mira que empezar con una “mesa de actualidad” tratando de mujeres maltratadas, pleitos por custodias de niños y demás temas sin ningún morbo, como la muerte súbita de jóvenes deportistas con la familia allí mismo, secándose las lágrimas con el pañuelo mientras Juan y Medio le pregunta al padre si le cuesta conciliar el sueño... Hizo llorar a todos sus invitados sin que se le moviera el bigote. ¡Qué diferencia con María del Monte! Pero no queda ahí la cosa: conexiones con la romería de Regla en Chipiona, un reportaje de otro pueblito andaluz, toda una sección dedicada a los castings, meritorios y corazones encogidos de Se llama copla, y, lo nunca visto, viejitos que buscan pareja, que reciben llamadas y se cuentan como andan de la vejiga y la paguita... Cómo no va soltarle la pasta que le suelta una cadena pública endeudada y deficitaria como Canal Sur, si ha reinventado toda la televisión y además se ha sacudido todas las moscas de la tarde. Qué genio. Caro, pero genio.
Psicoanálisis. Pertenece a ese amor de las Vírgenes por los puñales, las hembras por los crucifijos o los toros por la luna. Andalucía es fetichista y aquí se encaman todos los símbolos de la sangre, el poder, el sexo, la muerte, la patria, la violencia, la eternidad... Es digna de la psiquiatría, ya lo hemos mencionado, la obsesión andaluza por los caballos o los toros, que no es más que la fijación de una cultura aún primitiva y agraria por el falo, la fuerza sometedora, la potencia reproductora, la viril animalidad, aquí además asociado ello al poder y al estatus social. Para tratado de psicoanálisis, pues, dejaría yo lo de Enrique Romero dedicándole un reportaje entero a la supuesta “amistad” entre un toro y una yegua que se reunían solos bajo un árbol. “Imágenes muy tiernas”, decía. El toro y la yegua no sé si se quieren, pero desde luego el presentador fantasea con que se quieren, en una apoteosis freudiana que me niego a evaluar. Como decía Javier Krahe, yo que tú consultaba al doctor López Ibor.
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