1 de octubre de 2009

Somos Zapping: El marisco me relaja (6/09/2009)

Fuente de salud. Salud al día, ese programa que parece un anuncio de potitos, lo que me da son ganas de hartarme de burbon y tabaco. Roberto Sánchez Benítez obtiene su sonrisa como de una lavativa y pienso que antes de que eso me diera felicidad preferiría destruir golosamente mi cuerpo en el exceso. Aborrezco todos los puritanismos, y éste del cuerpo, de la salud, ese vivir de mantenerse vivo y seco, como si fuéramos un cactus, sólo llama a mis ganas de pecar con chocolate, carne, humo y alcohol, por resistir a la estupidez que dejan esos ojos clorofílicos, esas tripas vacías, esa religión astringente que además enseguida te acusa de hereje, infractor o suicida y quiere condenarte, con satisfacción sádica, al apio y a la bici. En esto estaba pensando yo, en cómo pecar para salvarme, cuando el programa ofreció la receta definitiva para la salud y el contento, excesiva y sospechosamente apetecible para su tono lechuguino. ¿Cómo podemos estar en Andalucía enfermos, mustios o desvitaminados, teniendo aquí la inmediata solución, la propia salud en vena? Y no ya la salud, sino la tranquilidad, la paz, el nirvana. Con su omega 3, sus proteínas, su yodo y su extatismo contemplativo... Aquí nosotros languideciendo, ahuesándonos, descarnándonos, cuando no teníamos más que hincharnos de ¡marisco! Gambas de Huelva, cigalas como centuriones, esos bichos almirantes de marina que se nos echaban encima en un reportaje por Punta Umbría. Todo lo que nos pasa es que no comemos suficiente marisco. La gente es que es muy dejada en Andalucía, se empeña en las papas, los potajes y las gachas, o se tira a la comida basura, la hamburguesa, la salchicha, la pizza, pudiendo hartarse de marisco. Nos falta sin duda educación alimentaria, tomar conciencia de la importancia de una buena dieta, y a esa madre que aprovecha la carne del puchero para las croquetas del día siguiente lo que le ocurre es que no entiende la calidad de vida que ofrece Andalucía y sus saludables productos. No ponga usted albóndigas, no se quede en el filete empanado, llene la mesa de buenas fuentes de gambas y langostinos; que las cigalas y los bogavantes destronen por fin a la triste tortilla con cebolla que preside evangélicamente la cena. Si hiciéramos caso a Salud al día, verían ustedes como aumentaba nuestra vitalidad, nuestro bienestar, nuestra alegría. Lo decía un hombre por Punta Umbría: “El pescado, el marisco, me encanta eso, me relaja”. ¿Por qué esa manía de la prisa, de lo inmediato, de lo fácil? Coman más marisco y relájense por fin. Creo que la gente que no come suficiente marisco es la misma que no recicla o no va a la playa “sosteniblemente”, salvajes insolidarios y dañinos. Bueno, es cierto, el marisco tiene una pequeña pega, el colesterol, pero nada es perfecto. Sigan el ejemplo de nuestros políticos o de esos miembros del Consejo Audiovisual tan concienciados por su ideología progresista: hártense de marisco para que la salud vaya de la mano con la ecología, la paz interior y nuestra idiosincrasia. Relájense, qué les cuesta...


Bigotes y dedos. El nuevo programa de la tarde en Canal Sur será sólo cambiar un bigote por otro, o recuperar la auténtica capitanía del bigote, la de Juan y Medio, usurpada por María del Monte. No es exageración, sino que creo recordar que hicieron una primera promo centrada de verdad en su bigote, quizá porque en él Juan y Medio tiene ya acumuladas todas las barreduras de Andalucía, más un poquito de baba. Con el beso de babas, roña y bigotes de este padrecito de lo andaluz se puede explicar ciertamente toda su carrera en Canal Sur. La segunda promo que he visto ha sido aún más certera. Tras enumerar una voz en off las cualidades que tendría que tener el presentador del programa (“gran profesional, apuesto, divertido”), le terminaban preguntando a Juan y Medio: “Entonces, ¿por qué te han elegido a ti?”. Y él respondía: “Parece ser que el tío que venía se ha liao, que se ha entretenido, que no puede, que lo hago yo...”. Tiene gracia, porque él no ha sido elegido por un accidente ni por un bigote, sino por el dedazo más gordo de la RTVA, tanto que ya tenía el chiringuito montado y la rauda productora ad hoc lista desde hace tiempo. Así, con el dedo y con el morro, es como se distribuye en Canal Sur el dinero público, para que se lo lleven los arrimados de siempre. “El tío que venía se ha liao...”, qué bueno. El tío que venía se sabía que era él, y con la saca bien preparada. Y luego va de redentor de la “buena gente”, viviendo sólo de la felicidad que dan sus programa. Toda una ONG. Eso sí, con los bolsillos llenos de nuestro dinero y la misión de idiotizar encomendada directamente por el poder.

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