15 de octubre de 2009

Somos Zapping: Goebbels vecindón (4/10/2009)

Discurso. El tremendo discurso merece que lo ponga entero aquí: “Sé que no estamos atravesando el mejor momento, pero creo que hay una solución para la crisis. ¿Cuál es? Voluntad de superación. Tenemos que juntar nuestras energías, tenemos que luchar con nuestras fuerzas, por nosotros mismos y por los demás también. ¿No lo veis? Tenemos que superarlo, porque nuestras metas son nuestros sueños y nadie puede arrebatarnos nuestros sueños. Además tenemos el pleno derecho de luchar por ello, y no sólo por nosotros, sino por nuestros hijos, porque tenemos que dar ese ejemplo, porque tienen que saber que el destino, su destino, es todo gracias a la voluntad. Y os aseguro que hoy, aquí, juntos, lo vamos a conseguir”. Se preguntarán quién era este Churchill, este William Wallace... ¿Zapatero, Pepiño Blanco, Leire Pajín, Griñán...? Podrían haberlo sido, porque es el mismo verbo y la misma canción con avecillas. Pero no, esto lo decía un personaje de Arrayán. Canal Sur nos ha metido en Arrayán a ZP, su propaganda ha llegado a las series, los guiones de los folletines se han puesto al servicio del Partido, Goebbels mete mano en el prime time de las marujas y los jubilatas mientras esperan el jarabe de la copla. Así hablaba el personaje, director del hotel, en un acto de una supuesta cámara de comercio, y, como un final de Rocky, el público aplaudía y la chica lo miraba arrobada, emocionada, orgullosa y hasta un poquito caliente, creo yo. El bueno y el guapo de la serie, un héroe zapateril. Y el discurso que hace que en el episodio se le rindan los comerciantes y las novias, indistinguible del que nos llega desde Ferraz. Esto da ya más miedo que asco.


Vetusta. Ahí están Don Camilo y Don Peppone, el padrecito de Cantinflas y el cura que hizo una vez Raphael; ahí están un poco Marcelino Pan y Vino, y Sor Citroën. Eso es la serie Padre Medina, rebujito de todos los plagios que se puedan hacer alrededor de una sotana. Pero la inoriginalidad y la endeblez de la serie son lo de menos. Han retratado con fecha de hoy una Andalucía de los años 50, un pueblo de cura y alcalde (un pueblo de quince, eso sí, porque más no salen) santero y babuchero, un pueblo como de mis abuelas, con tiesas vecinas beatonas, cazurros aborregados y fiestas patronales de tirar cerdos de los campanarios. Debe de haber un término medio entre la Andalucía hipermodesna de la propaganda y esta vuelta a Vetusta, pero Canal Sur se complace en lo uno y en lo otro sin asomo de pudor por la contradicción. El cura joven y guapo parece que ha llegado a Las Hurdes de Buñuel. No sé si la Andalucía sin tiempo, la Andalucía eterna, es así, como en la serie. Pero, desde luego, no pega nada con esos discursos llenos de aerogeneradores. Se decidan, oigan.


Terapia. Las praderas y los arcoíris con los que se presentaba Olga Bertomeu buscando la felicidad se han quedado en un Diario de Patricia con una vecina (ella) dando consejillos (pocos y simplones). Historias de cuernos, gorduras y complejos relatadas profusamente por sus protagonistas, mientras la psicóloga apenas apostilla unas obviedades que no necesitan carrera ni libro ni programa. Vaya terapia. Luego mete fotos del veraneo de alguien para contagiarnos la felicidad de los payasetes y por fin remata con una sección sobre sexo en la que básicamente se dedican a reírse todos cuando el personal cuenta que no se le “empina”. La felicidad de verdad es, sin duda, la suya: estar bien acomodada en Canal Sur Radio y Televisión sin hacer más que lo que mi vecina en la escalera cuando charla arreglándose el moño.

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