30 de noviembre de 2009

Somos Zapping: Sálvanos (8/11/2009)

Del chiste a la basura. Ahora va o duerme con un Ondas que le han regalado, un Ondas chatarrero y salpicante. No sabía uno que había un premio al empercochamiento de la televisión y al aborricamiento de los espectadores, pero si alguien se lo merece es Jorge Javier Vázquez, especie de polilla de todas las braguetas, boñigas y cerebros vaciados. En realidad, creo que el premio debería compartirlo con Ana Rosa Quintana y, como jefe de todo, Paolo Vasile, la Trinidad de Telecinco que hace del encumbramiento de idiotas, del remeneo de bragas y de la recompensa a los delincuentes el núcleo de todo su amoscado modelo televisivo. A Julián Muñoz volvieron a traer el otro día en ese infame Sálvame que es como un alegre baile en un estercolero. Nada nuevo, en fin. Más me ha sorprendido la caída de Paz Padilla hacia este mundo. Paz Padilla ha ido evolucionando de graciosa a payasa, y por fin, un poco al estilo Morancos, a hacer como de borracha en los programas. Ahora está en lo de Jorge Javier Vázquez, ya toda una copresentadora o animadora de aquello, donde parece que tiene la sola misión de cacarear. Me ha dado pena su decadencia. Su lengua enredada ahora apostilla cuernos y da paso a chuleos y olisqueamientos, aunque sin olvidar su antigua encomienda de dejar a los andaluces como analfabetos: después de darle un yogur a un muñeco, se quedó esperando “el orutito” (sic). Paz Padilla, nueva cacatúa del tomateo, ya es vergüenza nacional por méritos dobles.


El toro enamorado II. Aquella historia de “amor” entre un toro bravo y una yegua que con tanto arrobo contaba Enrique Romero en Toros para todos, y que ya mereció nuestra atención, tuvo segunda parte y final feliz: el toro no morirá en ninguna plaza, se quedará en la dehesa con su amada y no sé si dará una raza de titanes, un tratado sobre parafilias o el espectáculo sin igual de ver a Enrique Romero vestido de dama de honor para la ocasión. En el melodrama completo, elevado a top hit, insistían el otro día, repasando la temporada. Somos primitivos, adoramos a los tótems, erigimos falos y nuestra ignorancia es tal que confundimos todo esto con ternura. Esta historia no es el psicoanálisis de Enrique Romero, sino seguramente el de toda la Andalucía fetichista, rupestre, acuevada, que reza a los iconos del poder, la sangre y el sexo aún con encanto tribal. Hay cosas que se pueden arreglar en el diván; otras, no.


Sin diván. El diván que han retirado calladamente, por cierto, ha sido el de Olga Bertomeu, y no porque en él sólo se acumularan fajas, risotadas y recortes de uñas de la psicología, sino por la baja audiencia... En la guerra por el prime time no cabía la gurú de la felicidad con sus recetas de la abuela para todo y el rápido despachamiento de vidas y gatillazos ajenos. Se dice que quieren reconvertirlo en programa diario, quizá en la media horita antes de las noticias de la noche, sustituyendo a ese concurso tontón (¿otra de las novedades que se estrella?) en el que Manuel Díaz “El Cordobés”, con mucha dentadura, flequillo y palmoteo, parece examinar a los andaluces de coincidir con el rebaño. Sería lo de Bertomeu una especie de consultorio telefónico, más a lo Frasier Crane pero sin parecerse nada ella a Frasier Crane. Me pregunto si en horario infantil manejaría con su habitual desenfado el aparataje y las escurriduras de los bajos... Entre dejarla sin armas o ignorar el horario protegido, ¿qué elegirá Canal Sur? ¿O la echarán y nos salvarán definitivamente de que quiera salvarnos?

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