6 de noviembre de 2009

Somos Zapping: Los propios dioses (25/10/2009)

Maldición. Esto es lo que damos al país: frikis, mellados, santeros, ignorantes, pícaros, cachondeo y mal de ojo. Pepe el brujo, evolucionado a partir del Risitas, la pitonisa Lola y la jindama de los lagartos, vuelve a pasear por las televisiones los gatos negros y los gallos estrangulados de una Andalucía supersticiosa, primitiva y hasta un poco caníbal. Su vudú como un zurcido, su magia cuchillera, su lengua membranosa, viene a mostrarnos la tribu que todavía somos, esa que junta a los que hacen conjuros con nudos y a los que se lo creen como se cree aquí todo, lo mismo la política que la religión de las piedras que las maldiciones escupidas. Este hombre que parece un zapatero de la brujería va ahora de plató en plató entre el yuyu y la burla; le he visto pinchar marionetas, pasar un huevo por la cara de una mujer, sentarse ante las cámaras como en un trono de calaveras y, en fin, pasear el África que parecemos a veces dando risa y miedo, no de los espíritus ni de sus sonajeros, sino de nuestra ignorancia y credulidad. Si Cristiano Ronaldo se tuerce un tobillo (¡qué raro en un futbolista, qué improbable en un crack marcado siempre por el defensa rompepiernas!) y aquí aventamos hechicerías por eso, es que nos pueden colar cualquier cosa. “Post hoc ergo propter hoc”, diría uno sonriendo; o sea: “después de esto, luego a consecuencia de esto”. La madre de todas las falacias aún sirve para encumbrar a necios o aprovechados, vengan con alfileres o con programa electoral. Estos días se ha juntado el aquelarre mediático de Pepe el brujo con la noticia de un grupito satánico que operaba en Chiclana, en realidad sólo un Satancillo de alambre o barbacoa que estafaba millones a cándidos incautos asustándolos con soplidos y caperuzas, y me he dado cuenta de que, como decía Schiller, “contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”. El Demonio ejerce en un chalé, los brujos se hacen de oro sonando maracas y Andalucía da su cosecha de mandrágoras, sortilegios, colgados y bufones. Fantasmas y fantasmones siguen haciendo negocio y gloria con nuestra ignorancia. A ver quién nos libra de esta maldición.


Dos tribus. También en el Parlamento andaluz hubo pelea de escobas, rayos por los ojos, cuernos contra tibias. Más me asustan los políticos levantando sus cayados de serpiente y arrojándose maldiciones de jorobas y plagas que un hijo del Diablo y un espartero de la magia prendiendo velas negras. El parlamentarismo ya era una gallera y un saco de escorpiones; hace mucho que el discurso y el argumento dejaron paso al sabor de la sangre en la boca y al picotazo en la barriga. Griñán y Arenas se enzarzaron el jueves en polémicas de a ver quién la tiene más grande, cosa que al ciudadano ni le importa ni le soluciona nada, pero aquí la política es matonismo y sólo da capitancillos del recreo. Del liderazgo, de eso se trataba; no de si Andalucía encalla o se pudre, sino de quién ganaría cruzando sables. Lo vimos en los informativos de Canal Sur, con el Parlamento igual que una taberna de mosqueteros, con los dos como acusándose de calzonazos. Me acordé de aquella canción ochentera de Frankie goes to Hollywood, Two tribes, cuyo vídeo nos enseñaba un combate de lucha libre entre Reagan y Chernenko. Dos tribus en una política de bajo vientre y cortes de manga, eso es lo que tenemos aquí. Si es lo que quieren darle al pueblo, yo los pondría a pelear de verdad, a darse esos mascazos de hombre a lo John Wayne. Ya buscaríamos a otros que hicieran política, si acaso queda alguno. Schiller también podría saltar del párrafo anterior a éste, y rematar a Griñán y Arenas con la elegancia, el verbo y la razón que ellos no tienen en su ring.

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