31 de diciembre de 2010

Somos Zapping: Pana hasta en los calcetines (27/12/2010)

Nochebuena andaluza. Canal Sur nos trajo otra vez la carbonería de su Nochebuena y los villancicos se tocaban con cántaros y los rizos de la Navidad llegaban hasta el culo en sus chistes. Tuvo gracia que Esther Martín, durante el habitual y cansino refrito de villancicos de la tarde, hablara de “momentos irrepetibles de Canal Sur televisión”. Sí, serían irrepetibles si no los repitieran todos los años. La misma candelá, el mismo frío eterno de nuestra raza de descalzos, los mismos campanilleros mordidos por jaurías, el mismo niño Manué hecho gitanito por el ridículo chovinismo, la misma señora de Triana pura como la abuela de Dios... El día venía forrajero ya desde por la mañana, cuando vi tocando zambombas en Mira la vida a un grupo revestido de pana hasta en los calcetines, como si hubieran salido a cazar conejos. Luego ardieron nuestros potes y hierros como caravanas del oeste y la Navidad fue esa religión de relente y migotes recordada por arrieros. La Nochebuena andaluza continuó el reúma folclórico en los patios y le añadió el teatrillo idiota de siempre más unas escenas como de piano bar hortera con los de Se llama copla. De nuevo Manolo Sarria, Eduardo Banderas, Carmen Janeiro, Chiquito de la Calzada y una de las chistosas de aquéllas de María del Monte, Pilar Sánchez, hacían de monicacos siguiendo el guión absolutamente estúpido de Javier Ortuño, que los ponía a tocarle el culo a un pavo o a tocárselo entre ellos, y a cacarear unas gracias sin gracia, despatarradas y mentalmente indigentes, que daban vergüenza ajena. Puedo entender los villancicos de herrería, e incluso que aprovechen a los de Se llama copla, los vistan de fiesta de crucero barato y los pongan a cantar lo de El guardaespaldas de Whitney Houston o el Without you de Harry Nilsson... Pero ese teatrillo subnormal que año tras año asume la imbecilidad de su audiencia, la incapacidad del andaluz para un humor siquiera levemente inteligente, y que se complace no ya en la grosería, sino en la bajeza aún peor de la simple memez, me subleva. Sí, yo también siento que me repito. Y seguiré repitiéndome hasta que Canal Sur deje de tratarnos, en Nochebuena o no, como a una cabila de descerebrados.


La sombra de los ángeles. Entre las pavesas y la mulería, faltaba el toque dickensiano, aunque sin el talento de Dickens. Algo como un huerfanito con muletas o tisis al que pudiera acudir, cámara en mano, ese espíritu de la Navidad que besa a los dolientes y a los pobres en la escarcha de su frente. En 75 minutos lo tuvieron claro: nada mejor que un bebé enfermito, padeciendo entre tubos y máquinas. ¿Qué podría ganar a eso? Pues quizá sólo añadirle al caso la madre que dona su riñón para salvar al niño, y envolverlo todo como regalo de Navidad para un reportaje de lágrimas y babas por la pata abajo. Así lo hicieron. ¿Exceso melodramático, sentimentalismo facilón, recurso abyecto? Nada que pueda frenar desde luego a Toñi Moreno, y menos si eso le permite aparecer como un ángel que acaricia barriguitas. Luego, creo que siguieron con escenas de mendigos o perrillos famélicos, o las dos cosas. Y yo pensé que a veces los ángeles se parecen a los buitres en la sombra y la intención.


El salto del tigre. A los viejitos calentorros de Juan y Medio los habíamos visto meterse ya un poco mano aun sin conocerse, separados por una mampara que apenas podía contener sus ansias. Pero otra cosa, y de bastante más repelús, es ver cómo se preparan para hacer el salto del tigre. Pues eso hizo una señora, que enseñó a la cámara el camisón y las bragas con talla de colcha que tenía preparados para ese momento de pasión e intercambio de fijadores dentales. Entre ayudar a las personas a acabar con su soledad, como suele describirlo Juan y Medio, y proyectarnos en la imaginación la estampa del roce de sus carnes sabias y hambrientas, creo que hay una sutil diferencia de gusto y de pudor. ¿Llegarán a sacar a los viejitos haciendo edredoning?


Normal. Las encuestas escuecen y Mar Moreno se defiende ya azuzando el viejo dóberman. “Consideramos que protegemos mejor a la gente normal”, dijo en los informativos. ¿La gente “normal”? ¿Y quiénes son los otros “no normales”? ¿Y significa eso que el PP vela por los andaluces “anormales”? Curiosamente, es un adjetivo éste, “normal”, que también ha empleado alguna vez Javier Arenas. Yo recomiendo no caer en estas cosas que suenan una mijita nazi. Lo que hay que hacer es gobernar bien, con justicia y para todos. Nadie es o deja de ser normal por votarla o no, señora Moreno, ni por merecer o no la atención de su partido.

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