7 de julio de 2012

Hoy viernes: El largo viaje (15/06/2012)



A Alfonso Guerra le gustaba hacer gracias sobre el largo viaje del PP hacia el centro: “de dónde vendrán éstos que aún no han llegado”. La verdad es que la corta historia democrática de España aún tiene muchos viajes sin acabar. Aquí había una derecha tradicionalista, cuartelera, infantilona, meapilas, que el franquismo amazacotó, más alguna peculiar excrecencia anecdótica como el carlismo, esa ridiculez un poco carolingia. No había derecha moderna, liberal o demócrata-cristiana, que se tuvo que ir haciendo en un proceso de iconoclasia, reeducación y purga. El centro de la UCD creo que fue más símbolo que otra cosa. Algo como la intención de ofrecer al ciudadano, atrapado entre las dos Españas machadianas, un punto de referencia intermedio, un lugar de equilibrio a partir del cual construir la idea (pedagógica idea) de que las ideologías no significan antiguos bandos ni sistemas totalizadores en pugna, sino posiciones dentro del marco democrático, ya irrenunciable, de un Estado de Derecho. Sí, aquella derecha antigua tuvo que migrar hacia una derecha moderna, eso es innegable. Pero falta la otra parte: el viaje de la izquierda, de la socialdemocracia o del poscomunismo, que les lleve a aceptar la legitimidad democrática de la derecha. Estos dos viajes configuran la Transición, que yo aún no veo terminada. Sobre todo aquí.

Javier Arenas se va y deja al PP como la primera fuerza política de Andalucía. Esto lo consiguió no por quitarse él la corbata, sino por quitarle tics y telarañas al partido. Aún se le escapaban cosas como hablar de “las personas normales”, pero el discurso y las propuestas eran ya las del centro-derecha europeo. Habían llegado casi al final del viaje, aun conservando en el electorado un ala dura más estética que otra cosa, pero que Arenas se ocupó de marginar o amputar dentro del partido. Arenas, al que una vez le vi los zapatos muy gastados, supo que para transformar el PP tenía que conocer Andalucía y a la vez hacer que Andalucía conociera a ese PP que ya no podía ser nunca más una caricatura de señoritos y pijos con banderita. Pero el viaje debe continuar. Y debe continuar pasando el relevo a otra generación. Zoido es un hombre de partido, con experiencia y bagaje, aunque quizá demasiado folclórico y castizorro, pero creo que se debería bajar de ese tren de carbonilla igual que Arenas, reconociendo que su parte del viaje terminó y que no pueden seguir los mismos maquinistas ya tan tiznados. Lo malo de que se vaya Arenas es que el partido era él, sin corrientes, sin familias, sin delfines. Zoido puede servir para llevar el partido a las cocheras, pero el PP andaluz debe buscar su cara nueva, su época nueva, para la última etapa del largo viaje en Andalucía. La etapa que dé por finalizada la Transición, para ellos y para la izquierda: cuando nadie entienda que se pueda querer echar al otro de la Democracia.

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