
Los
pactos se pregonan y se traicionan, mariposean y mueren, y no significan ni
valen nada por su nombre, sino por su sustancia, que casi nunca encontramos.
Griñán y Zoido pueden pactar olvidar la confrontación, pero vemos a nuestro
presidente usar el Parlamento andaluz como bombarda contra Rajoy hasta afirmar,
nada menos, que el Gobierno ha roto el “mandato representativo” en estos pocos
meses. Pues anda que si evaluáramos los cumplimientos y fracasos de ellos en
Andalucía durante 30 años… Pero qué más da. Ofrecer un pacto es como lanzar una
rosa por amor, hay belleza y verdad en el simple gesto, así que Griñán ha
sacado ahora lo del Pacto por la Autonomía, con toda la pomposidad y la broza
que ya hemos descrito para este tipo de artificios. Claro que uno adivina que
por Autonomía, Estatuto, competencias, derechos, Estado del Bienestar y otros
sagrados y primorosos rótulos sólo quieren decir ‘su chiringuito’. No por nada,
sino porque hasta el momento no nos han demostrado que entiendan ni les importe
otra cosa. La Autonomía, en su palabra, en su espíritu, en sus objetivos, puede
estar tan vacía como esos pactos si se usa para lo que se ha usado aquí. Griñán
menciona el “mandato representativo” sin pensarlo mucho, pero creo que todos se
han olvidado de ese pacto que sí es fundamental, el de los políticos con el
pueblo, ése por el que el ciudadano delega en sus representantes y éstos
deberían corresponder con honestidad, diligencia y buena fe en su gobierno. Es
el pacto más importante y el que menos les importa. No tiene ni mitos ni mayúsculas.
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